miércoles, 14 de noviembre de 2018

"EL PIANO NEGRO" DE MARCO MARTOS Por SAÚL PEÑA K.


               El día de la presentación, Diana Miloslavich, Marco Martos y Saúl Peña
           (Cubrió el evento la Sociedad Literaria Amantes del País - Fanny Jem Wong)





"EL PIANO NEGRO" DE MARCO MARTOS

Por SAÚL PEÑA K.

«Esta presentación la siento como un connubio existencial de conscientes e inconscientes». Encuentro que El piano negro es un hermoso recorrido por los caminos del inconsciente. Y para mayor satisfacción mía, Marco me dedica personalmente esta obra por lo cual le estoy profunda y plenamente agradecido. Es un honor.

En sus poemas se percibe una música que invita a soñar con la experiencia que se vive. De ahí que no sorprende que Marco haya deseado ser psicoanalista porque él está muy en contacto con la experiencia de su sensibilidad y creatividad. Freud manifiesta que «cuando el psicoanalista no pueda aproximarse a un material es importante que le pregunte a un poeta», reconociendo que son los privilegiados en su comunicación con el inconsciente.

Lo interesante es que él no se propuso ser psicoanalista como era su deseo, pero no dejó de lado la esencia de su intimidad, privacidad y sentimientos: no solamente conoce el inconsciente, sino que este ha influido en su poesía.

«El piano negro» recoge 40 poemas de los cuales quiero comunicar no solamente cómo los percibo y siento, sino cómo traduce también nuestro vínculo con similitudes y diferencias en la captación del inconsciente.

Con toda su diversidad, muestra la riqueza de experiencias y sentimientos, fuente de nuestra potencial creatividad y destructividad. Así como las resultantes de los vínculos más significativos. Quedan grabadas nuestras vivencias como el amor y su contrario en los colores y calores de nuestros encuentros con los seres y la naturaleza, sintiendo su cariño y sus heridas. Calor y frío y la ilusión y realidad de su permanencia.

Nos hace notar sabiamente que el agua es símbolo de vida. Que los niños y niñas crecen y se aproximan, sin excluir a sus padres, a sus reales seres. Pero a veces se sienten perdidos.

Desorientado, tal vez huyendo, sus harapos huecos y deshilachados, con el color de la carne o puro barro. Aquí incide en su percepción del mundo, donde capta a personas que se encuentran en situaciones difíciles o dramáticas y logran asirse a las tetillas de la madre para sentirse diferentes y mejores.

Traduce lo que la vida enseña, que tenemos dos almas, dos formas de percibir lo que conocemos; parecemos diferentes siendo semejantes, del mismo tronco y de los mismos genes, de nuestras ambiciones pero también de la búsqueda y el logro de la ternura. Qué sabia y profunda aproximación a la realidad de nuestras vidas. La integración de feroces enfrentamientos pero también del primer abrazo de la sonrisa del hombre y la mujer bajo un árbol. Qué manera tan evidente de comunicar nuestro consciente y nuestro inconsciente.

El sexo es un patio de recreo, soledad, tormento y alegría para quienes lo sienten en sus carnes. Hay un caballo negro en la sangre cuando abrazas y tu piel se eriza. Así vamos entrando en los profundos sueños de la especie. La tierra es viva y es un gran animal cuando tiembla. Qué bien incorpora el poeta sus experiencias pero al mismo tiempo abre las puertas para que otros las reconozcan.

Marco incide en cómo no solamente se interesa en su mundo y en su casa externa remendando techos, cerrando agujeros, limpiando los pisos de la tierra y permitiendo que en la mañana siguiente el sol entre y caliente la casa; sino también en su casa interna, ausente de personas. Los que vuelven son los aguaceros que no paran de caer. Son sentimientos opuestos frente a la misma realidad, pero ambos se dan y se buscan frente a parajes gratos en casas abandonadas del que fue un hermoso pueblo.

Está abierto no solamente a lo limpio de las experiencias humanas, sino también a la suciedad a la que se encuentra adherido, asfixiándose, faltando lo más apreciado: el agua. Nuevamente nos trasmite que disfrutaba tanto y tanto del tiempo.

En sus sueños, como manifestando lo contrario de lo que sentía en vigilia, manejaba las heladas de la superficie como diamantes ajenos de la tierra misma que lo reclamaba con sus bramidos.
Percibo su interés por los otros y más aún por los que siente él que no saben lo que valen. Dejando ir a su amada, trasmite lo que vive en su muerte. Su hermosura, que además expresaba inteligencia, fluye como un río y no descansa. Era la imagen de la vida en la tierra.

Nos habla de lo que lo ilumina y que viene del fondo. Tres piedras en su destino delante de sus ojos y su hermosa sombra. Unas son el amor dolido de la esperanza sola. Una será al comienzo de la vida, luego tal vez cambie. Sin querer saber cuál será la piedra cuando llegue la noche.

Para mí en sus poemas el mar es tremendamente valorado. Más si se siente como propio y donde yacen sus padres, sus cenizas santas. Junto a los dioses Júpiter, Juno, Mercurio, Minerva en las cabezas y corazones como seres humanos en la noche eterna.

La nobleza de la vida y más atrás el hombre hablando con las nubes y el viento envuelto en las tempestades de los milenios de los comienzos: «Así hablo contigo, manzana eterna que vienes a mi morada» del «secreto río del jardín.»

En dos sueños Carl Jung se sitúa en Europa, pero en momentos de guerra: un mar de sangre, cuerpos carbonizados y gritos de los náufragos. En el primero despierta alucinado. En el segundo sueña con una ola de frío increíble que barre Europa. La encuentra llena de nieve y tristeza. Un instante después empieza a distribuir uvas a una multitud de personas agradecidas.

En un caballo cruzó el agua de los sueños. El caballo no se cansa y avanza y avanza. Hay una mujer de vestido blanco que hace señas junto a una palmera.

La noche se prolonga, su delicia. El caballo trota lento en la duermevela de las primeras luces. Aquí rinde un homenaje a lo bello del coito: la sonrisa de la tierra.

«Subo al árbol de la vida y de los sueños y me vinculo con los cuerpos celestes en la noche del mundo y sus misterios. Carne soy y viento eterno.»

La muerte y el Thanatos son la inspiración de todo lo expresado bellamente en un poema. Introduce la quietud de lo acabado, el silencio absoluto de lo finado. La nada, cúmulo del enigma o la pálida luz del fin del mundo.

El poema «El piano negro» muestra lo que llamo el Tánatos creativo y terapéutico. El negro lo vinculo con el duelo y la musa de la música lo acompaña, calma el dolor y abre las puertas de la esperanza. Cuando el piano está callado vive presente en sus sueños.

En «El primer hombre de la Tierra» nos muestra las vicisitudes de nuestros orígenes y de nuestra existencia.

Qué manera tan sutil de describir el Eros y el Thánatos. «De estas oscuras profundidades nace la vida», «La gana de estar juntos en lo difícil,» «La alegría de los días y los placeres de las noches» «Que somos nosotros, nuestra palabra y deseo de vivir».

Habla del amor pero también de la complejidad en una forma muy personal y especial. «¿A quién abrazo cuando te abrazo?» «¿Eres tú misma o una sombra,» «¿Un sueño de mi mente?» «¿A quién acaricias cuando suspiras en mi pecho?» «¿En el silencio de los espacios compartidos?» «Nos queremos» «Nuestras mentes se atraen, nuestros cuerpos».

Toca una serie de sentimientos duales; inacabables y que se mantienen intactos. Están transcurriendo en un presente eterno. Los padres amables y dulces pero con durezas del mediodía y en la esperanza inmensa. Que dure, que no acabe. Hablando con los vivos y los muertos. «Los días más remotos permanecen en la memoria» «Están transcurriendo, a veces, en un presente eterno».

El inconsciente aparece cuando lo ves: es visible e invisible. «El inconsciente tiene puertas entornadas».

La agonía del insomnio tiene su fin con el sueño: «Te deslizas gota a gota por la palma de mi mano, por mi rostro; circulas por mi sangre. En mi pensamiento llueves».

La intensidad del instinto es percibida en una forma muy nítida. Y cuando lo febril se consolida es imagen del deseo y la fuerza. Y de la hermosura.

La gran serpiente está constituida por una intensidad del deseo, por el impulso sexual y tanático y posiblemente por lo menos muchas veces, de la búsqueda, el encuentro o la realidad de un hijo, compartida con el hombre.

Qué experiencias tan intensas debe haber tenido Marco que hace que sus poemas sean tan palpitantes. Y nunca es tarde para amar lo que es digno de amarse. «Tu presencia, como si fueras la primera o el primero de mi existencia, renovándose siempre».

Quiero trasmitir mi propia experiencia frente a los perros. Los siento leales, tiernos, profundamente cariñosos y a veces casi como humanos, faltándoles solamente la palabra, sin excluir que también tienen la violencia cuando es generada válidamente.

Y así avanzamos en la lectura y hallamos «La llama inextinguible del amor» y la belleza del comienzo del tiempo; «De lo cierto, y dura lo que dura la primavera». «Vuelve cada año, recupera reinos». «Su hermosura cristaliza su poder en el centro de mi cuerpo».

Sobre las melancolías de Sigmund Freud, yo diría que mucho supo del amor y del deseo y que la palabra, a veces, cura más que las caricias y estas a veces más que las palabras. «Conocía el secreto de los sueños».

Luego vemos cómo «la neblina teje sus hilos por encima de los tejados» y «Ella queda rogando que vuelvan la noche, la niebla y sus abrazos».

Los poemas me plantean la pregunta sobre qué está buscando Marco. Aunque es explícito más adelante en «País de sombras». Qué lindo que busque la libertad de la que gozan los niños y que haya vivido amores intensos.

Sus palabras en el poema «Sombra» me impactan y me identifico con ellas «Asesino no, nunca jamás.»

Es hermoso cuando dice sentirse un individuo del bosque en las calles. Y que, arriba, se transforma en un pájaro de múltiples colores
que va por el mundo llevando el espíritu de los árboles, el deseo de la vida. Ser un chamán, médico del alma, cura a los osos que viven perdidos en lo siniestro.

También lo es cuando siente que un desconocido guía su mano. Hace lo que quiere, siempre lo hace o desaparece. Ama la belleza venga de donde venga.

Ya casi al final nos encontramos con velas rodeadas de silencios que regresan. Con la pregunta por el dolor y la felicidad y aquí tenía la respuesta. «Sufre uno por la muerte de un ser querido» «Y otro por escoger mucho a su pareja». «El insólito rito del amor y sus desvelos, sus abismos y cavernas». «Y la felicidad ¿qué es la felicidad?» «Es una vela que regresa.»

En los versos que cierran la obra vemos «con los ojos muy cerrados» «caminos que conducen a la muerte» y «vivimos conforme a suerte” “Aquellos que quisimos son finados», «a muerte sin fin de los amados», «Así acaba la vida en un suspiro.» Y recordamos que aquellos muertos amados siguen también vivos.

Quiero manifestar que la literatura y la poesía, cuando se lee y se vive genuina y plenamente, es también una terapia.

Para terminar, solo me queda un gran abrazo a mi querido amigo Marco.

Gracias.

Lima, 6 de noviembre de 2018

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