miércoles, 27 de julio de 2016

"VIVENCIAS ETERNAS" DE DORA MURRUGARRA








Nuestra bella Cajamarca, en estos últimos tiempos está ofreciéndonos algunas poetas entusiastas y de elevada sensibilidad para la poesía y que son miembros de la Sociedad Literaria Amantes del País, como: Alfonsina Becerra, Justina Aliaga, y por supuesto Dorita Murrugarra, quien ahora nos presenta con una gran sonrisa metafórica su segundo poemario, titulado, VIVENCIAS ETERNAS (Lima, Gaviota Azul Editores & Sociedad Literaria Amantes del país, 2016).

Antes de todo quiero felicitarla porque con talento y sudoroso trabajo con la palabra y deteniendo un poquito al tiempo ha crecido geométricamente, lo cual es meritorio, resaltando su compromiso con el arte y con sus lectores.

Es un poemario de amor mirándose en el espejo, escrito con una especial fatalidad, saldando cuentas con su caminar tortuoso y gratificante en la vida (personal, familiar y social), cuyos versos nos tocan haciéndonos reflexionar con el cerebro y revivir con el corazón, porque viene de una mujer maravillosa que ha salido y sigue saliendo victoriosa en su existencia. Leamos:

En la primavera de su otoño, nuestra poeta, es una heroína del verdadero amor, o sea no animalesco sino consciente, erótico y amoroso:
“No me importó su edad ni su color de piel / ya en mi mocedad mi alimento era hiel / a él me confié y creyó en mí / nunca le fallé y fidelidad le di”.

Ella es madre y abuela pero huérfana de ellas, por lo que le da la autoridad de hacernos recordar que cuando no la tenemos es como sí nuestra alma se va con ella, y cuánto quisiéramos que aunque sea  unos segundos verla para decirle: perdón, gracias o te amo:
“Muy arrepentidos al firmamento clamamos / por lo mucho que a nuestra Madre amamos / quisiera de rodillas pedirte perdón / tenerte unos segundos como bendición”.

En sus versos hay buenas imágenes y metáforas, como es el gran “peso” de las lágrimas:
“Las lágrimas fueron sangre de mis venas / que fluyeron para apaciguar mis penas / estas rodaron abrumantes y espesas / quedando sólidas convertidas en pesas”.

Es una artista a carta cabal (poeta, pintora, modista, orfebre), puesto que al contrario que tenga envidia o egoísmo frente a su colegas, ella los felicita y saluda:
“Gozas del privilegio de los seres escogidos / tu palabra es deleite y genial para oídos / admiro tus logros y tu gran potencial / tus obras alturadas, por un don celestial”.

Es una mujer que alerta a otras de su género frente al machismo imperante, para que cuando den el paso de casarse o estar con alguien no deben de perder su libertad, hay que defender los espacios o sino decirle chau:
“Tras esperarte ilusionada firmé papeles / y ahogaba mis penas en penumbras crueles / mi única primavera fue creerme amada / siendo prisionera en cárcel dorada”.

En este tiempo compartido, entre piedras y flores, entre amores y desprecios, comprensiones e inestabilidades, tiene toda la potestad de decirles públicamente a sus propios hijos por lo hecho por ellos y su padre, sin arrepentimiento alguno:
“Que mis hijos sepan a través del papel / que en todo momento te supe ser fiel / a prueba de fuego los frutos primero / y su integridad era de su sentir sincero”.

Cierra su poemario con su amor grande a la humanidad y a la vida que es fugaz:
“Con paz aprisiono la primavera / y con ella la apacible espera / de un mañana mejor y sosiego / y mi alegría que a nadie niego”.

Sin lugar a dudas, Dorita Murrugarra, con el presente poemario sencillo y especial, se ha convertido en una de las mejores poetas de Cajamarca, y de grandes expectativas a nivel nacional.



JOSÉ BELTRÁN PEÑA.




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