Danilo Sánchez Lihón
1. Grito
o flecha
Creo que todos sentimos corno algo verdadero el que somos signos de lenguaje suspendidos en el cielo azul de las palabras.
No un punto fijo ni inmóvil sino lanzas, azagayas y bólidos de fuego. No sé si gloriosos o minúsculos; pero eso: sí arrojados con fuerza hacia un punto invisible, indescifrable e insospechado del cosmos.
Incluso, si pensarnos en lo que es la educación nos complacería imaginarla enrumbada a aquella fuente que hace del hablar y de la expresión verbal un hecho portentoso.
Tanto así que ello se vuelve un hechizo, una realización cabal y un monumento, cuál es la maravilla de transmitir un mensaje, trasvasando el mundo interior y erigiendo una elaboración mental nueva y auténtica.
Ernesto Ráez Mendiola es en ese contexto que postula la aventura de ser, no como un recinto, sino corno un tránsito, un río o un camino que se transforma a cada instante, que es el puente del lenguaje como aventura, conmoción y crisis.
Allí está la línea de partida y el punto de llegada, la cuna y la sepultura. Es esa instancia vibrante en el aire, que puede ser un grito o la flecha de la cual hablábamos antes, disparada hacia el horizonte infinito.
2. Ámbitos
o espacios
Y disparada para propiciar encuentros. Porque a Ernesto le conmueven los encuentros. Cree que son, junto con la expresión, lo más importante en nuestras vidas. Encuentro con el mundo, de unos padres con sus hijos, de hermanos con hermanos; de amigos y de militantes de una causa sublime.
Y también, en este contexto, la presencia del amor que no es sino la conmoción de un encuentro, que es aquello que define nuestras vidas. Hechos que resumen y significan todo lo que hay de pleno y absoluto, dentro y alrededor nuestro.
Y es por eso que Ernesto ideó y estructuró el "Método de comunicación sensible", que lo ha sustentado y puesto en operación en diversos foros y países del mundo.
Y que consiste en el reconocimiento y en la práctica, en los contactos y enlaces que se establecen en los siguientes ámbitos o espacios:
1. El yo corporal
2. El yo y el otro
3. El yo ecológico
4. El yo histórico
5. El yo social, y
6. El yo cósmico
3. Desfile
en el coro
Este último como la gran energía universal que nos unifica. Todos ellos integrados y en intercambio permanente hacen la "comunicación sensible", que es su postulado filosófico, doctrinal y vital.
Y siendo así la vida de Ernesto es un arco tensado que va desde la calle de Los Barraganes donde nació y se crio, situada en las orilla del Rímac despiadado.
Pasa por su elección como Coordinador para América Latina y el Caribe de la Asociación Internacional de Drama, Teatro y Educación. Y a su unánime reelección en Brisbanc-Australia en el año 1995.
Que tramonta y va desde su desfile en el coro de mendigos del Gran Teatro del Mundo del año 1963.
Para después protagonizar a Marat, en el célebre montaje de Sergio Arrau en el año 1968, en donde poco falta para que los personajes explosionen.
O que va, desde sus clases a sus compañeros en la Escuela 431, y después en el Colegio Nuestra Señora de Guadalupe, al otorgamiento del trofeo "Ciudad de Lima" como Maestro del Teatro Peruano, en marzo del año 2000.
4. Fuego
que incendie
Y que va la flecha de su trascendencia hacia el momento en que expone sus ideas, especialmente invitado en Australia, donde hay 100 delegaciones de países y culturas diferentes, con lenguas desconocidas y que han viajado de uno a otro continente, solo con el fin de escucharlo como a uno de los grandes maestros contemporáneos.
Lo extraordinario es que todos se sienten tocados, impactados y hechizados por sus planteamientos; pero es más: convencidos de la práctica y operatividad de su curso. Y, sobre todo, halagados de tener un magnífico descubrimiento entre sus manos que abarca: doctrina, movimiento o escuela de pensamiento y de acción que Ernesto denomina conforme ya anotamos: "comunicación sensible".
Y que ahora es conocida en Venezuela, Cuba, España, Francia, Holanda, Inglaterra, Kenya como un aporte del Perú para el mundo.
Para exponerla tiene una voz de trueno, con la cual despierta a la gente que se ha dormido y que se despabila cuando él abre los brazos, gesticula, hace aspavientos y convoca a los númenes y a los elementos terrestres y celestes, pidiéndole al fuego que incendie, a las fieras que ataquen, a las cárceles que se abran, y a los lenguajes para que se descubran.
5. La suma
de todo
En la conferencia que dio Jean Lebouch en Lima, Ernesto corrigió hasta la saciedad a la traductora en aspectos esenciales, siguiendo desde el fondo la trascripción que hacía aquella profesional contratada por su excelencia, pero que era incapaz de saber tanto dicho idioma como lo sabe Ernesto.
Expresa: Dos siniestros enmarcan mis recuerdos: el terremoto del 40, que derrumbó la casa vecina de la mía y en cuyos escombros crecí jugando. Y que un día vi desaparecer totalmente para dar espacio a la salida del Puente Santa Rosa.
Y el otro es el incendio del Teatro Municipal, emblemático espacio donde presentamos "Marat Sade” de Peter Weiss, con el grupo Histrión, teatro de arte, también desaparecido.
Todo se me va haciendo historia y ocupan día a día más mi memoria los personajes del recuerdo.
Pero, destino no es final, destino es el camino, es la suma de todo lo vivido.
Aun me resta este presente intenso, que la vida es, como tramo esencial donde vengo ahondando esta aventura de ser para y con los demás.
6. Tenues
y aciagas
De mi parte, considero a Ernesto un vidente, un creador de mundos y aquel que ve en lo intrincado de las sombras, como frecuentemente es que ofrece sus claves fundamentales el destino.
Quien se interna insomne en las noches tenebrosas para desentrañarle hebras de luz, o temblorosos arco iris, o cometas encendidos e incendiados.
Nítidos y difusos plumajes de aves prodigiosas arrancadas a las tinieblas.
Considero a Ernesto un mensajero. O que a través suyo habla la fuerza misteriosa de la vida, en palabras que definitivamente son puertas de luz a lo nuevo que antes era ignoto.
Un taumaturgo que consuela, que protege, que sana las heridas mortales del alma. Quien trae quizá no paz o sosiego sino coraje al espíritu.
Un sacerdote en comunión y armonía con lo sagrado, prueba que se enfrenta a fuerzas inquietantes y turbulentas, arremolinadas y voraces, tenues y aciagas, que él mismo levanta y con frecuencia sepulta.
Y me parece bien que le rindamos este homenaje estremecido, en el cual tenemos la oportunidad para expresarle estas emociones primigenias. Mucho más allá de cualquier cálculo y consideraciones terrenas.
7. Había
una vez
No esperemos que los hombres legendarios vistan ropajes sobrehumanos.
¡Ellos son comunes y corrientes!, pero en quienes restalla hacia adentro la llama y el soplo del milagro.
Llama en la cual muchas veces ellos mismos arden, se inflaman y se inmolan.
En directa referencia a él, y para finalizar, quisiera repetir aquellas palabras que Edmundo Valadez consigna en su "Libro de la Verdad", cuando expresa conmovido:
"Usted es el que todo lo sabe, todo lo ve, todo lo dice.
Usted ha visto a Dios crear el mundo y crear al Hombre. Y al Hombre hacer su primera fogata, su primera ciudad, su primera guerra.
Usted ha conocido a los profetas, ha visto nacer y morir a reyes y campesinos, a los mártires y a los traidores.
Usted ha visto y ha contado cuanto ha sucedido en la realidad y en los sueños de los hombres.
Usted es ese personaje sin nombre que aparece en la primera página de todos los cuentos, en aquellos que empiezan diciendo: había una vez..."
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