domingo, 25 de agosto de 2024

LA PARTICULAR SITUACIÓN HISTÓRICA DEL PERÚ EN LOS PROCESOS DE NACIMIENTO Y EVOLUCIÓN DE LOS ESTADOS REPUBLICANOS Por CARLOS ROJAS GALARZA*


 

LA PARTICULAR SITUACIÓN HISTÓRICA DEL PERÚ EN LOS PROCESOS DE NACIMIENTO Y EVOLUCIÓN DE LOS ESTADOS REPUBLICANOS

 

Por CARLOS ROJAS GALARZA*

 

La historia como ciencia, compromete al pasado con el futuro, vía de lo que hagamos en el presente. C.R.G. En el caso del Perú, en el año 2021 se cumplió el Bicentenario de la República desde que formalmente el general Don José de San Martín en 1821 proclamó la Independencia del Perú respecto a la opresión colonial española.

 

La visión dialéctica de la historia señala que ésta, es una ciencia social cuyo objeto de estudio es el pasado, pero no del cementerio al cual hay que acudir de tiempo en tiempo para recordar a nuestros muertos. La filosofía de la historia nos señala el sentido de la ciencia histórica que es extraordinariamente dinámico. De tal forma que su objeto de estudio no es inerte. No. La ciencia histórica tiene ante sí, en el presente, los efectos trascendentales del pasado, que son la proyección en la contemporaneidad de los sucesos históricos a lo largo del desarrollo de la humanidad. Comprender el presente implica ubicar y conocer con rigor científico los acontecimientos pretéritos que nos permita descubrir las raíces de los principales problemas que aquejan a la sociedad de hoy. Más aun, la ciencia histórica, como tal, permite vislumbrar el porvenir y el camino a seguir, para construir un futuro cualitativamente superior. En tal sentido, la historia como ciencia, compromete al pasado con el futuro, vía de lo que hagamos en el presente.

 

Estas iniciales reflexiones son necesarias para releer y repensar con mayor capacidad de análisis científico el significado del Bicentenario de la Independencia de América Latina y el Caribe, particularmente del Perú.

 

Las causas profundas e inmediatamente vinculantes a lo que hoy es nuestra patria, se encuentran en los procesos independentistas que se dieron en toda América. Y de manera particular, en la evolución emancipadora de América del Sur.

 

Tener una visión científica de los problemas de hoy en el Perú, no implica tanto buscar sus causas en el imperio inca, ni en la conquista española, sino directamente en la crisis del feudalismo-colonial del siglo XVIII. Lo cual no quiere decir que sean inválidos los estudios e investigaciones históricas de las épocas mencionadas. Lo que se quiere enfatizar es la relación directa y esencial entre el Perú republicano contemporáneo y los orígenes de la República para explicarnos el porqué de la situación de un atraso de una situación capitalista atrasada y dependiente de carácter neoliberal, que parametra de manera crónica a nuestra economía primaria de exportación de recursos naturales no renovables, como son principalmente los minerales.

 

La crisis feudal–colonial se manifestó sobre todo en el siglo XVIII, previamente a la maduración de un proceso revolucionario burgués. No olvidemos que el pueblo indígena 2 y mestizo como también los negros, sí estuvieron en permanente lucha desde que invadieron los españoles en el siglo XVI. La historia nos enseña que, durante los tres siglos de dominación colonial, los indígenas campesinos, mineros, obrajeros, artesanos, etc., como también sectores empobrecidos de mestizos y criollos, resistieron y pelearon de varias formas. En el proceso mismo de la conquista, siglo XVI fue un período de violenta resistencia indígena al invasor, en el que destacaron Rumi Ñahui, Calcuchimac y Manco Inca. Años después de culminado el aplastamiento militar de la resistencia autóctona, la lucha continuó adoptando nuevas formas como los movimientos religiosos autóctonos de Taki Onkoy y Yanahuara.

 

Durante todo el siglo XVII, aunque en menor grado, prosiguieron las rebeliones populares, ahogadas en sangre. Como señala Don Atilio Sivirichi fueron “movimientos esporádicos de protesta y desesperación contra los sistemas de servidumbre y esclavitud que han pasado desapercibidos para la historia, pero que demuestran que el Perú anhelaba su autonomía”.1 Precisamente a esta etapa en la cual el coloniaje se había consolidado, también se le llama la época floreciente, por las grandes cantidades de oro que se llevaron los españoles a costa de la dura explotación de los indígenas en las minas.

 

 

En el siglo XVIII, la protesta indígena cobró nueva dimensión y surgieron manifestaciones de grandes proporciones, llegándose a los alzamientos armados, ya no de resistencia, sino de carácter antifeudal y anticolonial, es decir procesos revolucionarios, a lo largo de más de un siglo, donde se produjeron más de cien movimientos subversivos predominantemente indígenas. Es importante anotar que estas luchas tuvieron un carácter anticolonial y en muchos casos antifeudal. Entre los movimientos revolucionarios indígenas sobresalieron los de Juan Santos Atahualpa, Tupac Amaru II, Pedro Vilcapaza, etc. Queda entonces demostrado que los indígenas jamás estuvieron resignados a su situación de siervos, ni estuvieron largo tiempo en silencio gimiendo.

 

Serios investigadores e historiadores progresistas han denominado la frustración histórica de la independencia del yugo español pues “no trajo consigo cambios sustanciales en el orden económico-social establecido. En lo fundamental, implicó más bien un reacomodo de las clases dominantes, en el que la aristocracia criolla no fue capaz de impulsar una transformación cualitativa de las bases económicas heredadas de la colonia. Por lo tanto, sino que por el contrario se le reforzó a lo largo de las primeras dos décadas inmediatas a 1821, período en el que surgieron nuevos latifundistas en un contexto de crisis económica y caos social y, en la práctica, de un fracturamiento del país por el advenimiento del gamonalismo, la falta de integración de la República en embrión y la desarticulación del estado colonial ante la inexistencia de un Estado con capacidad de centralización”

 

Y ¿Por qué sucedió esta frustración histórica?

Recordemos que las dos más poderosas colonias en América-hispana fueron México y Perú. Antes de las independencias era evidente que, de las dos, Perú era la colonia que inicialmente abarcó casi toda Sudamérica, y Lima era el centro comercial monopólico que se ejercía a través del Tribunal del Consulado de Lima, entre cuyos funcionarios se encontraban miembros de la élite aristocrática criolla limeña, beneficiados con el comercio Perú-España. De tal mancera que las mercancías provenientes de España necesariamente tenían que ingresar por Lima y luego distribuirse por toda Sudamérica. También es cierto que esta situación monopólica, hizo que, a lo largo del siglo XVIII, surgieran en Buenos Aires y Venezuela, núcleos de comerciantes criollos contrabandistas y piratas que actuaban al margen del comercio oficial. Por ello se explica que las primeras ciudades en las cuales se formaron criollos hispanos separatistas anticoloniales fueron Buenos Aires y Caracas, desde donde partieron más tarde las expediciones libertadoras del sur y del norte, respectivamente. Como dice Mariátegui en sus 7 ensayos; “He tenido ya -desde mi primer esfuerzo marxista por fundamentar en el estudio del hecho económico la historia peruana- ocasión de ocuparme en esta faz de la revolución de la Independencia, sosteniendo la siguiente tesis: (Las ideas de la revolución francesa y de la constitución norteamericana encontraron un clima favorable a su difusión en Sudamérica, a causa de que en Sudamérica existía ya, aunque fuese embrionariamente, una burguesía que, a causa de sus necesidades e intereses económicos, podía y debía contagiarse del humor revolucionario de la burguesía europea. La Independencia de Hispanoamérica no se habría realizado, ciertamente, si no hubiese contado con una generación heroica, sensible a la emoción de su época, con capacidad y voluntad para actuar en estos pueblos una verdadera revolución. La Independencia, bajo este aspecto, se presenta como una empresa romántica. Pero esto no contradice la tesis de la trama económica de la revolución emancipadora. Los conductores, los caudillos, los ideólogos de esta revolución no fueron anteriores ni superiores a las premisas y razones económicas de este acontecimiento. El hecho intelectual y sentimental no fue anterior al hecho económico).

 

La política de España obstaculizaba y contrariaba totalmente el desenvolvimiento económico de las colonias al no permitirles traficar con ninguna otra nación y reservarse como metrópoli, acaparándolo exclusivamente, el derecho de todo comercio y empresa en sus dominios.

 

El impulso natural de las fuerzas productoras de las colonias pugnaba por romper este lazo. La naciente economía de las embrionarias formaciones nacionales de América necesitaba imperiosamente, para conseguir su desarrollo, desvincularse de la rígida autoridad y emanciparse de la medioeval mentalidad del rey de España”

 

Buenos Aires y Caracas se convirtieron en las antorchas nacientemente burguesas comerciantes, mientras que Perú, fue el baluarte de la resistencia colonial-feudal en América del Sur. Hay que puntualizar que quienes se oponían a la independencia eran los aristócratas limeños elitistas del Tribunal del Consulado de Lima, de carácter feudal, denominados fidelistas, secundados por los grandes terratenientes quienes estaban espantados de que el proceso revolucionario-independentista llegase a Perú. Lima era su centro de enriquecimiento comercial, mas no así con la aristocracia criolla provinciana que sí estaba por el rompimiento con el coloniaje español. Ejemplo de esto último eran Juan Pablo Vizcado y Guzmán (Arequipa); Toribio Rodríguez de Mendoza (Chachapoyas), Francisco de Zela (Tacna). Estos renombrados criollos provincianos sí lucharon con sus ideas y algunos empuñaron las armas por la liberación. Por tales razones, Lima se convirtió también en el más fuerte reducto de resistencia a favor de la corona española. Ante tal situación los ejércitos de José de San Martí primero, y Lugo el general Simón Bolívar convergieron en Perú para que se complete la liberación de la opresión colonial Hispana. No hay que olvidar que, en todo este proceso, la presencia  de los borbones en el trono español y su diversidad de reformas, influyó en los criollos de lo que hoy son México, Ecuador, Chile, Venezuela, Argentina, etc., en la germinación de las ideas libertarias en América. Como se sabe particularmente Lima criolla, aristócrata y fidelista fue un fuerte refugio de los contrarios a cualquier tipo de separación independentista.

 

En el terreno concreto del carácter de la economía en Perú, la realidad era que las columnas del feudalismo no habían sufrido sustancialmente ningún cambio. De tal manera que quienes sucedieron a los españoles en el aparato político-administrativo fueron los representantes del fidelismo, vale decir, los directos militares gamonales feudales. Mientras en las realidades de Buenos Aires y Caracas ya habían prendido las ideas liberal-burguesas; aquí en Perú, en Lima la feudalidad y las ideas medioevales se afianzaron, con caretas liberaloides. Luego de la salida de los españoles de Perú, el territorio andino se convirtió en un escenario real de las luchas fraccionarias entre los propios militares quienes se creían con el derecho de estar en el sillón presidencial. Fue la época del militarismo feudal en un país que nacía como formal república, pero en la práctica con gobernantes con una mentalidad retrógrada y medioeval. Así fue todo el siglo XIX.

 

Hubo un momento de oportunidad para el Perú con el descubrimiento de la riqueza de las aves del litoral costeño en 1845-1870, en el que los millones de toneladas de guano se vendieron a Francia e Inglaterra, por lo que, como dijo Mariátegui, nuestro país “se sintió rico”. Pero con gobernantes feudales, ambiciosos de robar, se enriquecieron a costa de la venta del guano y no se invirtió en nada. Es que no había clases dirigentes con visión de futuro. El Perú siguió siendo feudal, hasta que con la penetración del capital norteamericano a inicios del siglo XX, se introdujeron manufacturas, luego surgieron algunos centros industriales, convirtiéndose el país en semifeudalsemicolonial hasta aproximadamente la segunda mitad del siglo XX, cuando se produce la toma del poder político en 1968, con el autodenominado Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, con un nuevo proceso de reformas de modernización burguesa que quiebra el espinazo de la oligarquía tradicional, dándose paso a la caracterización de un neocolonialismo que a fines de los siglos XX e inicios del XXI, adquiere el sello neoliberal. Jamás ha habido una real soberanía de nuestra República, porque no tuvimos clases dirigentes, sino clases dominantes tradicionalistas, sin verdaderos proyectos nacionales de desarrollo.

 

·         Magíster en Docencia Universitaria, Profesor Asociado de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, La Cantuta-Chosica.

1 Sivirichi Tapia, Atilio, LA REVOLUCIÓN SOCIAL DE LOS TUPAC AMARU, Ed. Universo, 1979, Lima, Pág.42

2 Mariátegui, José Carlos los 7 ENSAYOS DE INTERPRETACIÓN DE LA REALIDAD PERUANA, Ed. Amauta, 1928, Lima, Pág. 16.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario