DIALOGANDO CON EL DINOSAURIO DE MONTERROSO" DE JOSE BELTRAN PEÑA.
Por HELARD FUENTES
(Fragmento del artículo titulado, PEPE BELTRÁN, del escritor, historiador y periodista cultural, HELARD FUENTES, que fue publicado el 28 de diciembre, en el diario CORREO de Arequipa,)
“Dialogando con el dinosaurio de Monterroso – 242 minificciones” (Gaviota Azul Editores, 2019), donde descubre – a su vez encubre-, al gran escritor guatemalteco Augusto Monterroso.
No vamos a decir que es un homenaje porque sabemos que “reconocer” es una de las mayores calidades de nuestro querido amigo; más bien, constituye un ejercicio narrativo de describir lo que es imposible narrar, por ejemplo:
“El silencio gritaba” (3),
“El Sí le dijo al No: tal vez” (4),
“Nadie nace ni muere” (21), o
“La conciencia se ahorcó con su propios cabellos” (95).
Locuaz: “El mono y el perro se sentaron a jugar ajedrez en el lomo de una cebra” (151).
Hilarante: “La abuela era una bandida, amó a todos los hombres que conoció, menos al abuelo con quien se casó (117).
Transparente: “El león cuando desenredó su melena se convirtió en una linda gatita” (187).
Inteligente: “Un niño pudo hacer realidad la paz mundial con sus soldaditos de plástico” (204).
Poético: “Los apus se quitaron las bufandas y comenzó el último verano del planeta” (150).
Entonces, sigue el género del cuento de Monterroso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí” (El Dinosaurio); en una suerte de meditación, Beltrán otorga continuidad a la manera tan fugaz, breve, temporal de encapsular la vida en una oración.
Ahora que del escritor solo queda su obra, nos dice: “Se durmió y el dinosaurio despertó quedándose allí” (212), probablemente una de las reflexiones más poderosas del autor.
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