DELFINA PAREDES
DEFINE NUESTRO GUSTO ESTÉTICO Y POLÍTICO
Por WINSTON ORRILLO.
“Yo soy aquel que ayer no más decía/ el verso azul y la canción profana.”
Rubén ´Darío
Hace más de sesenta años (podían ser siglos). yo, tímido como
de costumbre, salido de una de mis primeras clases en la cuatricentenaria san
marquitos, no tenía adónde ir, hasta que, no sé cómo, mis pasos me llevaron
hacia el cercano jirón Lampa, a un
vetusto local donde funcionaba nuestro Teatro Universitario.
De pronto, una voz transubstanciada, me dijo: “Pasa. Te esperábamos.” Y por allí
apareció el mítico embajador de Arequipa
en el Perú, Guillermo Ugarte Chamorro, director del TUSM y catedrático nuestro,
quien me invitara a escuchar el ensayo de una joven actriz que recitaba a uno
de mis bardos favoritos: el autor de España,
aparta de mí este cáliz.
No necesité verla porque todo era su voz, como un conjuro que
iluminaba, precisamente la
macilenta sala donde ensayaba.
Desde entonces, fueron miles de encuentros, y en todas partes
ella fulgía con los versos inmortales del autor de Piedra negra sobre una piedra blanca.
No había nacido Delfina (como se pensaba) en el Cusco, donde
su padre más bien, desempeñaba un oficio ferroviario (muy poético, por otra
parte). Pero su arribo –para iluminar nuestro mundo- tuvo lugar en Mollendo,
donde era la recitadora favorita en su entorno familiar y, más adelante ya en
la capital del Tawantinsuyo, recaló en un colegio de monjas que, felizmente, no
pudo deformarla (lo intentaron, cómo no, verbi
gratia al censurar su asistencia a las charlas del camarada cusqueño José
Sotomayor.) Más tarde vino el consejo del inolvidable “Cholo” Nieto quien, al
oírla, le sugirió estudie arte dramático, lo que hizo ya en Lima, en la ENAE
(Escuela Nacional de Arte Escénico) cuyas clases se alternaban con la
insufrible Química, hasta que se integró al mítico grupo Histrión, de los hermanos Velásquez, con uno de los cuales se casó
y trajo 4 hijos: tres laureles y una rosa, todos los que , como no podía ser de
otro modo, discurrieron por los predios de la diosa Talía.
Pero Delfina no se definía solamente por su oficio
dramatúrgico, pues, y de allí el título
de este artículo-siempre militó “con los pobres de la tierra”, ergo la política fue su ariete estético.
Estamos, pues, frente a una artista, como se dice
“comprometida” raigalmente, lo que la llevara
ser dos veces Secretaria del Sindicato de Actores del Perú, y a ser
amiga del muy querido y admirado Ricardo Letts, y de allí su militancia en Vanguardia Revolucionaria y en el Comité
Malpica.
Pero, como no podía ser de otro modo, ella es asimismo,
autora, creadora artística, de lo que son ejemplos sus obras, entre las que
destacamos “Nosotros los burócratas”,
“Los cautivos”, y “Evangelina”, lo que motivara que nuestro buen amigo, el
Dr. Iván Rodríguez Chávez, Rector de la Universidad
Ricardo Palma, le auspiciara sendos viajes a la tierra de Túpac Amaru y
Micaela Bastidas, para enseñar a las nuevas generaciones ( las que tendrán,
tarde o temprano, que reemplazarnos) en el curso era obligatorio el uso del runa
sini.
Delfina, entrañable, vallejiana fue nada menos que a la
tierra de Miguel Hernández y García Lorca, a dar su canto con versos del autor
de España, aparta de mí este cáliz.Y
luego pasó, con el mismo repertorio a las
patrias de Saint Exupery (donde fuera
recibida y elogiada por el propio François Mitterrand) y a la de Fernando Pessoa y José Saramago.
Hace pocos días, en gesto que la honra, la actual Radio Nacional del Perú, organizó un
homenaje a Delfina, el que se tomó como una reivindicación al maltrato que
sufriera allí mismo , por un tal Lecca, gerente, cómo no,
nombrado por el indeseable Alan García (que en paz no descanse).
Ahora, con poco más de 80 años, hace poco compartimos un
homenaje que la entrañable Casa
Mariategui, hiciera a un grupo de creadores e intelectuales vinculados, de
una u otra forma, al invicto Amauta.
Mientras tanto, la vida discurre, y hay mucho más por
escribir y por combatir, hasta desodorizar el ambiente público y dejarlo impoluto, libre de las alimañas, que
verbi gratia, hoy tienen sus cubiles
en el llamado Congrezoo, y, asimismo,
dejemos atrás al neoliberalismo, a la mal llamada “libre empresa” y el tráfico de explotación del hombre por el
hombre que, pareciera, no tiene cuándo acabar.
¡Y así seguirá mientras hagamos de celestinas con nuestra
abulia e indiferencia!
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