SIN NOMBRE
Sobre el frío escritorio estéril lucen las hojas
deslizándose segundo a segundo sobre rojos andenes.
Letras muertas sacudiéndose el polvo de la sin razón
Enajenados versos que huyen, arañando su decadencia
Colgándose van, tras los vestidos de la muerte…
Fluyen, entre circunferencias celestes, vuelven a ser…
Carcajean desnudos, sin nombres, sin dueños
Reales y soberanos, indómitos, cual bestias salvajes,
se elevan como los símbolos más puros de la eternidad
Y en el instante más sublime de la propia esencia del dolor,
convirtiéronse en eslabones inmortales, cuna sagrada de la poesía.
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