viernes, 15 de octubre de 2021

ULTRA SION. Por JOSÉ PANCORVO BEINGOLEA.

 



               ULTRA SION

 

 

Jerusalén ósculo Jerusalén abierta

Jerusalén en duración Jerusalén águila secreta

Casi sobre los ojos devorando las tinieblas

No pudiste contener tus ejércitos en las torres

Tus olores destruyen las máscaras

Tus portales alzan las olas

Jerusalén templaria

Jerusalén inspiración solitaria

Jerusalén destino y murallas de la luz.

 

Porque de cada hueso sale tu felicidad

Todos los últimos gemidos te rodean

La única felicidad te ahoga en su vino relampagueante

Los agonizantes señalan a Jerusalén

La sierra busca a Jerusalén

Las espinas se interpenetran de Jerusalén

La mano de Jerusalén en las casas

Jerusalén derriba los muros.

 

Avanzas sobre los grandes apocalipsis vivos

Tus garras relámpago apresan al mundo moderno

Yo te he visto ebria de comprender

Te he visto todos los días con un misil de primavera

Fuerza principal de la destrucción sagrada

Monstruosa de pura belleza incontenible

Tus gritos sonámbulos atormentan a los demonios

Tu boca invade triunfalmente

Tu locura nos serena de luz ilimitada.

 

Pero tus ojos de plata avanzan contra las naciones

Tus cabellos de oro muerden a todos los mortales

Tus tripas azules absorben el día y la noche

Jerusalén despertando y ametrallando

Jerusalén entrando a los ojos de la muerte

Tu libertad persigue y golpea los libros

Tu armadura emite miradas paradisiacas

Tus uros fuman imperios cristalinos

Tu brisa final es el sueño de todas las ventanas.

 

Las sábanas de Jerusalén cubren también al mundo

Se revuelca ebria de horror y aplasta los sistemas

Jerusalén frenética de odio admisible y épico

Con armadura de oro en su cama de luz lila

Con corona de creaciones desconocidas y alucinatorias

Jerusalén mansa y humilde mendiga de cristal

Yo no veo sino a ti iluminada de sutileza

Ya no existimos sino en tu blindado sin ilusiones

Jerusalén nos tomas de la mano.

 

Yo he conocido tus calles de la nada de la gloria

Yo he subido tu escalera de inmensidades recónditas

Y me diste tu libro de cornígera retórica

A un lado las montañas de destrucción salomónica

Por el otro abres las puertas de la luz anatómica

Jerusalén sube el monte verídica y verónica

Ya rodeas el mundo con súbita boca antagónica

Ya te vas para siempre con poética boda

A donde todas tus torres se extasían de cólera.

 

 

 

 

 

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