(En la fotografía figuran: Gloria Cáceres, José Beltrán Peña, José Respaldiza Rojas y Sixto Sarmiento.)
Muy buenas noches:
Deseo agradecer a La Sociedad Literaria Amantes del País y en especial a mi tocayo Pepe Beltrán por considerar mi persona como merecedora de un premio, sobre todo ahora que mi cuerpo avanza a galope tendido a la base 8, por suerte mi yo niño permanece vigoroso. Me gradué de profesor de educación primaria y muy pronto incorporé a Kolobok, un biscocho redondo, horneado, de la literatura popular rusa, adaptado por Alexiéi Tolstóy, con quien me tropecé en una librería de Moscú, acompañado por el poeta Yevgueñi Yevtushenco, algo parecido a nuestra cachanga, que rueda por el mundo y se tropieza con una vaca, un lobo y otros animales que se lo quieren comer, pero él siempre se escapa riéndose, o el Tula, de la literatura popular chilena, otro ser fantástico al que sólo se le ve parte de los dedos de las manos y de la nariz para arriba con la particularidad que cambia de sombrero dependiendo donde esté, pues se asoma desde los lugares más inesperados. Ambos seres fueron muy queridos por mis alumnos, de primaria y de superior,
Mi yo niño me permitió recoger Periquito, el bandolero / se metió en un sombrero / el sombrero era de paja / se metió en una caja / la caja era de pino / se metió en un pepino / el pepino maduró / y Periquito, el bandolero se escapó. Versión peruana.
Y lo comparé con la versión venezolana: Don Pedro, el Orejón / Muerto lo llevan en un cajón/ El cajón era de paja / Muerto lo llevan en una caja / La caja era de pino / Muerto lo llevan en un pepino / El pepino era zocato / Muerto lo llevan en un zapato / El zapato era de cuero / Muerto lo llevan en un sombrero / El sombrero era ´e cogollo / Muerto lo llevan derecho al hoyo.
También me permitió rescatar Mamá Anchenche, escuchado por Pedro Manuel Benvenutto Murrieta, algo largo, pero por increíble que parezca, mis alumnos se lo aprendieron, al instante, de solo oírlo:
¿Quién va allá?
Mamá Anchenche
¿Qué chenche?
Chenchetena.
¿Qué tena?
Tenasá
¿Qué sa?
Santiaguá.
¿Qué gua?
Guamangongo
¿Qué gongo?
Gongo pai
¿Qué pai?
Paisícolo.
¿Qué sícolo?
Sicolobembe.
¿Qué bembe?
Bembetumba.
¿Qué tumba?
Tumbamuelle.
¿Qué muelle?
Muellecaca.
¿Qué caca?
Cacahuila.
¿Qué huila?
Huilalai.
¿Qué lai?
Lailomé.
¿Qué me?
Qué el cuento ya te lo conté.
Cuando mi gran amigo Américo Portella publicó en 1986, un relato popular del quechua de Parco, Ancash al que tituló Wamra pukllay, lo asocié a otra versión del quechua del Cuzco, recopilado por Efraín Morote Best cuya traducción escribo:
¿Qué es de tu madre?
Está en la selva
¿Qué cosa hace?
Machuca sapos
¿Y qué de esos sapos?
La gallina se los ha comido
¿Y qué de esa gallina?
Fue a poner huevos
¿Y qué de esos huevos?
El fraile se los ha sorbido
¿Y qué de ese fraile?
Fue a celebrar misa
¿Y quién oye esa misa?
Los ángeles y serafines
¡¡¡Chirichichí!!!
Debo indicar que como periodista autodidacta escribía acerca de temas muy dispares, poesía, numismática, carrera de caballos, sindicalismo, política hasta que un amigo me aconsejó clavar un solo clavo, qué dilema, la mayoría de mi generación habían avanzado mucho, entonces, buscando un resquicio me di cuenta que la literatura oral estaba poco trabajada y hacia ella enfilé,
¡Ana! Abre la ventana
¿Quién ha muerto?
Don Juan, el tuerto
con el ojo abierto.
¿Quién lo llora?
Su señora
¿Quién lo grita?
Su negrita
¿Quién lo entierra?
La tierra.
Al comienzo no me fue fácil, visité librerías, entrevisté literatos, hurgué en bibliotecas particulares, me llené de fichas de trabajo y luego un gran problema, ordenar lo acopiado.
¿Qué hablas? Palabras
¿Qué dices? Perdices.
¿Qué comes? Melones
Si hablas, si comes, si dices,
tus palabras serán melones
y tus melones serán perdices.
Algunos géneros estaban más o menos ordenados, pero otros no sabía bajo qué nombre ponerlos, como por ejemplo aquellas palabras que leídas de derecha a izquierda tienen un significado diferente si se las lee de izquierda a derecha:
Roma Amor
Oído Odio
Animal lámina
Sala Alas
Oír Río
Anotar Ratona
Sapo Opas
Anita Atina
Con harta paciencia, buen humor y usando la lógica logré ordenar todo aquello con lo que juegan los niños y que, a veces no tienen sentido para los mayores.
Como el tiempo avanza en mi pubertad, con mis hermanos, amigos del barrio y del colegio jugamos a lo que hace el prima, lingo, rum rum, chanca la lata, mundo, bata, tres en raya, camotito, bolero, gallinita ciega, chicotito caliente, siete pecados, hasta que un día se abre una puerta, sale Carmela Chávez y me dice: Pepe ¿puedes ayudar? Claro ¿de qué se trata? Dale vueltas a la soga que nosotras saltamos, mientras cantaban:
Soltera, casada,
viuda, divorciada,
con hijos, sin hijos
no vale nada,
con uno, con dos, con tres,
con cuatro, con cinco con seis,
con siete, con ocho, con nueve,
con diez, quema, quema, quema.
Y le pregunto ¿no sabes otra canción? Me responde claro que sí, tú sigue dando vueltas:
Un don din
por la meca politana
un camión que pasaba por España
Chica, ven aquí,
No quiero venir
Un don din
Entusiasmado vuelvo a interrogar ¿sabes otra? Sipi
Teresa tiende la mesa,
Señora tengo pereza
Con qué se la curaremos
Con una gallina tiesa
Del techo cayó una palma
del cielo un melocotón
Entonces dijeron todos
¡Qué viva la reunión!
Para terminar deseo agradecer a mi amigo Alberto Benavides Ganoza quien me sacó de la cola de quienes esperan ver publicadas sus obras, al doctor Pablo Macera que tuvo a bien prologar algunos de mis libros y concluyo con una cita de mi amigo Arturo Corcuera Osores, recientemente fallecido.
La jaula presa en la casa,
el pájaro preso en la jaula,
el trino preso en el pájaro,
la poesía presa en el trino.
La del estribo:
Un senquin, un senquin
un senquin, senquin, senquin
Un senquin, un senquin,
un senquin la culequin.
Muchas gracias por su paciencia.
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