martes, 31 de agosto de 2021

Aniversario de la Academia Peruana de la Lengua. Por MARCO MARTOS CARRERA.


 

Aniversario de la Academia Peruana de la Lengua
 
Por MARCO MARTOS CARRERA
Presidente.
 
 
Celebramos hoy 30 de agosto de 2021 los 134 años de creación de la Academia Peruana de la Lengua. Su primer presidente fue Francisco García Calderón y Landa, quien había sido presidente de la República al final de la guerra del Pacífico y había dado muestras de gran valor frente al invasor. El segundo presidente fue Ricardo Palma, desde 1905 hasta 1919. Le sucedieron, entre otros, Javier Prado, José de la Riva Agüero, Víctor Andrés Belaunde, Aurelio Miró Quesada, Augusto Tamayo Vargas, Estuardo Núñez, José Jiménez Borja, Luis Jaime Cisneros, Ricardo Silva Santisteban. En el día de nuestro aniversario, a todos ellos, les rendimos homenaje. Esta celebración nos encuentra en medio de una permanente actividad con encuentros lexicográficos, publicación de libros, actividades con maestros de distintas partes del país. Lo más importante que está por ocurrir es el Congreso de la Lengua, que se desarrollará en Arequipa en octubre de 2022, con la participación de 23 países de la Asociación de Academias de la Lengua Española. No es un congreso solamente de académicos sino de países y concurrirán escritores reputados de cada una de las comunidades. Simbólicamente el congreso está dedicado a la lengua, el mestizaje y la interculturalidad, de manera que las lenguas originarias que comparten territorios con el español, estarán convenientemente representadas y estudiadas.

 

martes, 24 de agosto de 2021

SILENCIO. Por DINA CHÁVEZ BELLIDO.

 



        SILENCIO

 

 

Despacio y lentamente

calzo mi cuerpo

en una túnica

larga y sencilla.

 

Libero uno a uno mis cabellos

y perder no quiero el tiempo

en alisar su rebeldía.

 

Aliento a mis ojos:

"Sois embajadores del Sol

en la oscuridad".

 

A mis piernas advierto

a no rozarse entre sí

y menos con la silla,

la cama, el escritorio.

 

Ruego a mis pies

a evitar tocar el suelo.

 

A mis pulmones

a contener el aire

hasta mañana.

 

A mi túnica a no acariciarse

con mi piel.

 

A mis venas

a circular por debajo de mis huesos.

 

A mi almohada

a resignarse a dormir sola

esta noche.

 

A la silla

a morderse el alarido

que le produce mi insosiego nocturno.

 

Que no se entere la noche

que invado su territorio,

que en su silencio transita

bebiendo en baja voz

mi alma de su inmensa paz.

 

lunes, 23 de agosto de 2021

FURTIVOS. Por JOSÉ LUIS RODRIGUEZ HUAMANÍ.


 

 

      FURTIVOS

 

 

Almas noctámbulas

transitan perdidas

en la niebla de sus deseos.

 

Amores furtivos, pasionales

amparados en las sombras

de sus pecados.

 

Ella, oprimida por el desencanto

del gran amor convertido en rutina,

decrépito en el tiempo.

 

Él, arraigado en la costumbre,

asfixiado en una opaca convivencia

buscando nuevos aires en su existencia.

 

Van tomados de la mano,

cual juveniles enamorados

prodigándose caricias en cada paso.

 

Latidos jadeantes acompañan

el prohibido encuentro carnal,

en el disfrute de la efímera felicidad.

 

Cuerpos que se consumen

en intensa y salvaje pasión

embriagados en su infidelidad.

 

Extasiados,

dos corazones se despiden

para internarse en la continuidad

de sus monótonas existencias.

 

jueves, 19 de agosto de 2021

MÍSTICA Y DULCE HIGUERA Por CLAUDIA FLORES LOSTAUNAU.


 

 

MÍSTICA Y DULCE HIGUERA

 

Por CLAUDIA FLORES LOSTAUNAU.

 

 

Por los años 90’s, contraje matrimonio con Marco Castillo De La Cruz, hijo de don Alberto Castillo y doña Olinda De La Cruz quien vivía en la Av. 28 de Julio (antiguamente conocido como “El paso”) en San Vicente de Cañete.

Cierto día en la casa de mi suegra, crucé por su callejón. Observé unas ramas sobresalientes de una planta grande y muy curiosa, me acerqué y pude ver unos frutos de higo sin madurar, perfectos para prepararlos en un rico dulce.

Meditando sobre cómo haría para obtenerlos, decidí pedir permiso a Doña Juana (la dueña). Mientras trepaba aquel árbol, una rara sensación recorría mi espalda, sentí que alguien me observaba, fue entonces cuando levanté la mirada y vi como las hojas de una higuera se alborotaban y una brisa me estremecía la piel, tuve temor y di la voz, pero solo el silencio me respondió. Apresurada tomé los higos.

Al mediodía, tenía en mi mano los higos más grandes y de buen ver, me moría por comerlos en tan exquisito dulce.

Apresuradamente bajé con los higos, los lavé, los rasgué en la parte baja, los coloqué en un recipiente con agua para limpiar este particular líquido lechoso; una vez limpios los puse en una olla con poca agua y los cubrí con azúcar, un palo de canela y dos clavos de olor, mientras los preparaba, volvió a recorrer mi espalda aquella sensación, volteé y pude ver una silueta que corrió hacia el patio de mi suegra, fue entonces que decidí apagar el fuego de la cocina e ir a investigar qué era aquello que cruzó por ahí. ¡Vaya sorpresa!, pude ver como dos personas danzaban alrededor de una fogata, el resplandor de las llamas me cegaba y de repente tomé valor en ese momento y me repuse tratando de olvidar lo sucedido. ¿Quiénes serían aquellas personas? ¿Habrá sido mi imaginación? me pregunté.

 Recordé que aquel dulce delicioso quedó en la cocina, volví a encender la hornilla, ya casi estaba y al darle un pequeño mordisco… ¡Hum!, me quemé los labios, corriendo me acerqué al lavadero a mojarlos con el agua del caño, entonces vi a un hombre parado que parecía sonreírme, mas no podía ver su rostro con claridad, mis ojos se empañaron, su apariencia era extraña, decidí acercarme un poco y pude ver que aquella persona era mi esposo Marco. Ahora sí que sentí miedo porque le hablaba y no me respondía, este ser como hipnotizado me veía fijamente. ¡Dios mío! Exclamé. Sorprendida aún, me armé de valor, regresé a la cocina y serví un poco del dulce ya listo. Con el dulce en mis manos y caminando en dirección hacia mi recámara, llegó nuevamente el asombro a mí. Vi a mi esposo recostado en la cama profundamente dormido y me dije: “¿Quién era aquel que me miraba en el lavadero?”. Lo tomé del brazo, lo desperté y le conté lo que había ocurrido. Él inmediatamente fue al lavadero y también revisó la cocina, pero no encontró a nadie ni nada sospechoso. Le dije que se siente junto a mí y comamos el riquísimo dulce. Mientras saboreábamos el dulce, mi esposo me dice: “Claudia, no te quiero asustar, pero esa higuera siempre ha estado relacionada con incidentes similares, amistades de mi madre también me han contado cosas así por eso aquella higuera es mística”.

En la tarde decidí averiguar con los vecinos del lugar. Uno de ellos me corrobora la historia de que en ese callejón siempre habían ocurrido hechos misteriosos, incluso Doña Simona una vecina, cierto día fue a buscar a mi suegra, la llamaba por su nombre mientras la veía lavar (en aquel lavadero donde fui sorprendida), cuenta que la persona del lavadero no alzaba la mirada y seguía lavando, entonces Doña Simona se da media vuelta y ve a mi suegra acercándose con una bolsa de compras viniendo de la calle, Simona de inmediato, por lo que estaba ocurriendo en ese lugar, se fue despavorida a su casa. Desde aquel día tuvo el temor de ir a buscar a mi suegra y que suceda nuevamente algo similar. Mi suegra tenía un negocio en donde vendía lencería y tazas de loza, en fin, muchos productos para decoración de ambientes, por esto muchas personas iban a buscarla. Cierto día, conversando con mi ella me contó muchas historias, una de ellas sobre ladrones que entraron a su negocio y salieron pálidos, al ver una pared en el fondo del patio en el momento de huir con los paquetes que ya tenían listos para llevarse, dicha pared no existía, tanto en la parte de atrás había solo chacra y una vecina los vio salir asustados y exclamó: ¡Qué pasó! – y respondieron – “en esta casa hay fantasmas” – mientras se alejaban del lugar tropezándose.

Otro día, conversé con la señora Juana y me contó que su higuera le brindaba frutos hermosos y grandes, verdes para las conservas o dulces, y también maduros para disfrutar de su rica vitamina antioxidante, tan jugosa, con los que ella deleitaba a su familia, a la vez se refirió con tristeza que algún día iban a construir una habitación por ese lado, lugar donde se encontraba la higuera, y lo tendrían que cortar de raíz. Su esposo el Señor Luis, al transcurrir el tiempo me comentó que sentía que la higuera protegía a su familia y a su casa. Doña Juana era una persona reservada compartía estas historias con pocas amistades, creía en Dios y tenía mucha devoción por los santos, en especial por el Señor de los Milagros, tanto que tiene una hija que lleva por nombre Milagros, siempre oraba, su fe era inquebrantable, tanto que era costumbre en el mes de Octubre realizar homenaje a dicho santo, al paso de la procesión en la avenida 28 de Julio de San Vicente -Cañete. Unos meses antes de fallecer me dijo que siempre veía cerca de las seis de la tarde, una luz en la higuera tan radiante, mas no sentía temor, se sentía protegida por la luz divina que emanaba de la mística y dulce higuera, dicho árbol posee magia me repitió.

 

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En San Vicente de Cañete se preparan ricas conservas y dulces con este fruto, en Chilca ricos helados y bebidas como piscos y vinos de higo.

“CAÑETE”, tierra bendita con exquisitos manjares, cargada de mitos, cuentos, leyendas y qué decir de hechos reales.

 

 

 

 

jueves, 12 de agosto de 2021

OFICIO DEL POETA. Por BYRON ISACIO.

 

                                                           José Beltrán Peña y Byron Isacio.


OFICIO DEL POETA
 
                        A José Beltrán Peña.
 
todavía no está perdido todo
aún hay fuego
en el rumor de las palabras
bajo el peso cadencioso
del lenguaje
entre la ceniza mortecina
de la lengua
aún hay luz en los restos
de la estrella derribada
más valdrá reconstruirlo todo
removerlo
como un puñado
de tierra árida
en la virgen transparencia
de la lluvia
sueño con una lengua única
fiel a las necesidades
de los hombres
por eso vuelvo a empezar
una y otra vez –– una y otra vez
a partir del cimiento
de la página en blanco
así como el viejo Sísifo que vuelve
––sin tregua––
a cargar su piedra
subirla hasta lo más alto
y la dejarla caer
para volver
a empezar de la nada
este es el modesto
oficio del poeta
contra el desamparo
y el rígido desasosiego
de esta tierra.

domingo, 8 de agosto de 2021

TEMPESTAD EN LOS ANDES Por Jorge Rendón Vásquez.


 

 

 

 

 

 

 

TEMPESTAD EN LOS ANDES

Por Jorge Rendón Vásquez

 

Tempestad en los Andes fue un libro de Luis E. Valcárcel, publicado en 1927, con un prólogo de José Carlos Mariátegui.

Es un texto de denuncia de la opresión de los indios en el Perú por los gamonales, mestizos, la Iglesia Católica, el Estado y el Ejército, y de aspiración a su renacimiento liberador por la formación de una nueva consciencia indígena y su rebelión como huestes multitudinarias que habrían de bajar de los Andes a la Costa, conducidas por algún Lenin indio. Mariátegui decía en el prólogo: “«Tempestad en los Andes» llega a su hora. Su voz herirá todas las conciencias sensibles. Es la profesía apasionada que anuncia un nuevo Perú. Y nada importa que para unos sean los hechos los que crean la profesía y para otros sea la profesía la que crea los hechos.”

94 años después se constata que esa tempestad fue solo una expresión literaria y pictórica, aunque plena de esperanza, y que no hubo ese alud de indios en son de conquista conducidos por espartacos. ¿Por qué?

La colectividad indígena estaba, entonces, tan aplastada, privada de educación y explotada por los gamonales y la oligarquía blanca y tan envilecida por el alcoholismo y el consumo de hojas de coca, promovidos por sus opresores y los comerciantes, que nunca pudo desarrollar una conciencia colectiva como etnia ni crear un impulso para liberarse. A ello se añadía que los caciques indios, a los cuales la dominación hispánica había concedido la educación primaria en escuelas especiales para sus hijos y que en su mayoría estuvieron de su parte, se habían convertido en gamonales y explotaban a sus congéneres indios con la misma ferocidad que los gamonales blancos y mestizos.

En sus 7 Ensayos, Mariátegui acertó al decir que “El nuevo planteamiento consiste en buscar el problema indígena en el problema de la tierra” y que “El problema agrario se presenta, ante todo, como el problema de la liquidación de la feudalidad en el Perú.”, aunque sin aludir específicamente a una reforma agraria. Mariátegui, sin embargo, no le acordaba importancia a la educación de los indios, pues, como decía en el prólogo a Tempestad en los Andes: “No es la civilización, no es el alfabeto del blanco, lo que levanta el alma del indio. Es el mito, es la idea de la revolución socialista. La esperanza indígena es absolutamente revolucionaria.” ¿Podía desarrollarse la conciencia del indio sin el alfabeto? Tampoco Mariátegui advertía que él mismo escribía en castellano y que Tempestad en los Andes estaba escrito en esta lengua por un intelectual que no era indio. La idea de la revolución socialista fue asimilada solo por algunos indios y no influyó en el cambio de la situación económica, social y cultural de los indios en el Perú. Este cambio fue el resultado de la evolución de la estructura económica  y de motivaciones correlativas con esta que no surgieron en los Andes.

Tal fue el caso del gobierno de Velasco Alvarado que acometió la realización de la reforma agraria por la necesidad de extinguir el feudalismo para posibilitar el desarrollo capitalista con la ampliación del mercado, acabar con la vil explotación de los campesinos y eliminar a la oligarquía terrateniente. No fue la expresión de un movimiento andino, sino de la nueva clase profesional, militar y civil, residente, en su mayor parte, en Lima, a cargo, en ese momento, del poder político y del poder técnico. De haber podido, la oligarquía blanca y sus allegados y corifeos mediáticos los habrían supliciado y ejecutado como a los indios levantiscos y a los universitarios contestatarios. Resignada, la oligarquía esperó y, cuando estuvo segura, denigró al Velasquismo para alejar la posibilidad de una repetición de este fenómeno histórico, adaptándose, no obstante, a la realidad distinta que ese movimiento había producido.

En otro contexto, ha habido algunas tentativas de mostrar a Sendero Luminoso y sus acciones como una expresión de la tempestad andina de los indios. Mas no fueron nada de eso. Este movimiento fue creado por ciertos intelectuales y estudiantes universitarios radicados en algunas ciudades de la Sierra, en su mayor parte mestizos de la pequeña burguesía provinciana, resentidos por el desprecio de los blancos. Su mismo jefe procedía de una ciudad costeña y se había formado en la universidad de Arequipa, admirando a Kant. Aunque se proclamaban marxistas es evidente que no llegaron a comprender el materialismo histórico ni la nueva realidad histórica que la reforma agraria había posibilitado en la Sierra del Perú, y se dedicaron a destruir las instalaciones, el ganado y las cosechas de las nuevas empresas campesinas y a ensañarse con los pobladores andinos aterrados por la presión y los abusos que sobre ellos desencadenaban las fuerzas de la represión estatal. Su saldo, además de su destrucción como grupo, fue una legislación antiterrorista y la idea, difundida desde los centros del poder económico, de que cualquier movimiento popular es una prolongación del terrorismo senderista, acusación absurda que alguien ha bautizado como terruqueo.

El fenómeno de Pedro Castillo y el Partido Perú Libre tampoco es de raíz india, pero sí mestiza, andina y de la clase profesional, y ha suscitado la simpatía de los indios. Los resultados de las elecciones del 2021 lo expresan claramente. Han ganado largamente en las provincias de la Sierra con votos de electores mestizos e indios sin distinguirse unos de otros. En cambio, en las poblaciones de la Costa y, en su mayor parte en Lima y Callao, que concentran más de un tercio de la población del Perú, la mayor parte de votantes ha preferido a la candidata de la dinastía de la corrupción, reproduciendo una inclinación que viene desde la remota sumisión de los grupos raciales no blancos en el virreynato, reafirmada con las técnicas de la alienación.

Se podría decir que la elección de Pedro Castillo y la alta votación obtenida por Perú Libre manifiestan la voluntad andina de imponer su presencia en el control del gobierno, desplazando a los grupos descendientes de la casta blanca virreynal, cuyo centro de acción es Lima. Aquellos constituyen una nueva generación de políticos, no formada aún en las habilidades del gobierno y que, ahora, alcanzada la oportunidad de ejercerlo y de cambiar determinadas situaciones de injusticia, es posible que incurran en algunas torpezas propias del provinciano recién llegado a la capital, como las de Julián Sorel, el joven preceptor salido de una familia campesina llamado a prestar sus servicios en el palacio de un noble y potentado, en la grandiosa novela de Stendhal Rojo y Negro. De allí el asedio, las imprecaciones, la intimidación y el desprecio contra ellos de los opinólogos a sueldo del poder mediático y de los políticos y politiqueros de derecha, centro e izquierda de Lima, y su deseo no oculto y esperanza de que fracasen. Todo indica, sin embargo, que aprenderán muy rápido y que marcharán con prudencia. Piano, piano, si arriva lontano, pero a pasos firmes.

No es esta una tempestad pasajera. Es más bien, el desplazamiento del régimen de lluvias de la vertiente andina sobre la costa, donde no llueve nunca.

Hace ya muchas décadas, el ande ha venido ocupando lenta, constante y silenciosamente Lima y otras ciudades de la costa, educando a sus hijos y colocando a muchos en las universidades; y, poco a poco, ha tomado conciencia de su identidad e importancia. No es posible que este hecho sea reversible.

Es esta la personalidad mayoritaria de nuestro país y necesitamos reafirmarla como constitutiva de la estructura y las superestructuras del momento histórico en el cual vivimos para desarrollarnos plenamente.

(8/8/2021)