HEBRAS DE AMOR
En lo alto de una torre de esmeralda
gira apenada la bella rueca dorada.
El ágil viento se detiene imponente
en la estación que pasando le ofrece
sus algodones dorados a la hilandera.
Sola, taciturna y callada ella espera
en su curul de marfil la primavera.
De sueños están formados los ovillos
de los pensamientos que la poseen,
en las lúgubres sombras de su mente,
lentas corren las horas y la rueca.
Gira y gira entre las níveas manos
con los dedos desgarrados en llagas.
El rostro de ella cansancio refleja.
Sus labios están sangrando espuma.
Las manos le bailan en danzas extrañas.
Y se manchan los ovillos con la sangre
que brota desde su húmeda caverna.
Sus ojos destilan lagunas de perlas
que de su amor van bañando la rueca
como elixir que embruja al hilo amado.
La madeja del hilo del deseo crece
entre sus senos y en la curva de su espalda
acariciándole el suave tramado.
Con la furia de besos desesperados
arranca el vestido de ardiente lino.
Y así la cubren unos labios rojos de lujuria
bailando la balada de la cadera frenética.
El blanco algodón va formándole los hilos
del deseo febril que crece en un ovillo
de placer que arrulla la médula del sexo.
En el sendero de los susurros y los jadeos
aprieta, gime, aúlla, grita en el vendaval
de las sensaciones locas que estallan
en la tonada del embeleso de los amantes.
Sacudida entre temblores interminables
lo desgarra, lo engulle, lo bebe, lo arde.
Rotos los silencios del dolor y del olvido,
ciega en el delirio; la hilandera y el hilo
en el ritual de los bacanales de Dionisio
rinden culto al amor del sueño envilecido
con la entrega febril da todo al hilo amado.
Más con el ímpetu de su naturaleza traga
la hebra que con la nobleza del amor
el hilo entrega y lo envuelve en la madeja,
hasta agonizar entre su ardiente cuerpo
apagándolo en el silencio de la muerte.
GRACIAS PEPE
ResponderEliminarBESOTES
VIVA TU POESIA !!!!!
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