Por JOSÉ BELTRÁN PEÑA.
En nuestro corto o largo caminar en los variopintos caminos de la vida
siempre nos encontramos con seres de todo tipo y características, comunes o
resaltantes, así como talentosas o simplemente animalescas –racionalmente
hablando-, que nos acompañan paralelamente en nuestro existir, en este último
acápite, una de ellas, es la poeta cajamarquina, Dorita Murrugarra, quien nos
ha sorprendido con su primer poemario titulado, "Deleites para los oídos", por ser maravillosamente catártico y
además que a través del arte, la autora, en parte es la voz de muchas mujeres
que tratan de zanjar sus propias cuentas vivenciales, recreándolas e iluminando
sus oscuridades para brotar en libertad humana. Son poemas sencillos que
hermoseados por la rima nos ratifican ser una poeta en libertad
Paradójicamente ella,
cierra su poemario mostrándonos su poética: Cómo
admiro la claridad / a cada instante del día / y la luz resplandeciente / amo
la poesía // Misterio y gran tibieza / la que mi alma envuelve / cual cuajada
lluvia / que un poema disuelve. Sus palabras nos confirman que, sabe que el
arte es una sagrada comunicación con energía singular, diálogo de corazones y
de conciencias en mágica soledad: El
silencio me agrada / con su música virginal / ya que parece irreal / su melodía
encantada.
Otro punto poetizado es el
desamor, y qué bien que sea así, porque nos conduce con sus versos a diversas
reflexiones, por ejemplo, el papel que juega la mujer en nuestra sociedad hipócrita,
elitista, machista, alienada y racista,
en donde muchas veces es vilipendiada, subordinada, maltratada y ofendida a
vista y paciencia de los propios familiares, amistades (vox populi): Palabras
hirientes / laceraban mi ser / y heridas emergentes / aumentaban mi
padecer. Pero también nos alerta que existe una redención en el amor que
ennoblece la vida esperanzadoramente:
Porque reviviste esperanzas perdidas /
aquellas que las creía ya vencidas / aunque no lleguemos a concretizar nada /
gracias a ti viviré ilusionada.
Y lo dicho es válido puesto
que es más hermoso amar que ser amado y nunca perder la ilusión, ni en los
mínimos detalles: No entendí el mensaje
que me diste / arreglé tu cabello mal cortado / cuando adiós al despedirte me
dijiste / mi corazón se quedó muy desolado. Sin lugar a dudas es un
poemario femenino con mucha fuerza amorosa que nos lleva a reflexionar y a
creer que el amor existe aún en el más allá, y en el recuerdo sin odio: No es de Dios / odiar lo que se amó / mi
desengaño feroz / en el aire se esfumó.
Hay poemas de la madre a los
hijos, de una amiga a otra muy querida, de una señora a la vida y a la muerte con
lágrimas de distintos colores que hablan en nuestros oídos; pero lo que más me
ha conmovido poéticamente es la pérdida de un bebe sin haber caminado: Su cuerpo frío estaba / a pesar del gran
calor / ya lejos se encontraba / en el paraíso del Señor.
Dorita Murrugarra, nuestra amiga-poeta, con
su primer libro nos muestra sus versos cristalinos llenos de amor que lo
comparte con sus lectores diciéndoles: Aunque
no haya nada material / compartimos gran espiritualidad / y siempre le hará
falta / tu sombra a mi soledad, y como es una mujer con una voz propia y
libertaria le dice a la sociedad: Vive el
loco su locura / el hombre su desfachatez / el mundo su desventura / más
adelante o después. Felicitaciones y que vengan más poemarios. Así sea.
Faride Sansur, Dora Murrugarra, Janet Navarro, JBO, Esperanza Pinedo y Freddy Quintana, en la Casa Museo Ricardo Palma (Miraflores).
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