PENTAVIDA
Por ROBERTO ALDAVE PALACIOS.
¡Qué saben las estrellas de los cometas cansados de viajar!
¡Qué sabe el anciano, en su lecho de muerte, del pentaprisma!
¡Qué sabe el desahuciado del cáncer, obturador de VIDA!
¡Qué sabe el perro atropellado del diafragma de PERDÓN!
¡Qué saben nuestros ojos de la bobina de AMOR!
¡Qué sabe un feto mortinato del paso de LA LUZ!
¡Ah! ¡Estos son los más ciegos de todos!
¡Nuestros congresistas, alcaldes y autoridades de cultura!
¡Y por eso digo!
¡Qué sabe el ojo ciego del político del visor de la literatura!
¡No, nada sabe! ¡Nada sabe del poeta, del escritor y sus afanes!
Si la muerte (y la incultura de un pueblo que no lee)
es mucho más que una rueda dentada.
Hoy, quisiera concebir el ojo como una gran ventana
una ventana de luz diamantina que abrace a todos
y nombrar a tanto memorable cineasta
que sabe tanto de la ciencia
como de la conciencia.
Quién diría que con el cambio planetario este ojo enfermo de muertes
con los años funcionaría latiendo sesenta minutos de PAZ Y AMOR
como una especie de cámara retinta de gran documentalista
(mientras nuestra pobre retina con los años parece velarse)
Y tu retina como andina placa sensible
airosa e iluminada se hizo triunfadora.
En este cósmico país digno del foco de tu cámara
retratas al detalle paisajes que muchos quisieran ver
Cual Flaneur respondes a la perfección estética de la cámara
como Baudelaire de naturaleza contemplativa eres
tu lente percibe la realidad y los sueños que otros quisieran ver.
¡Permitirme una confidencia!
En Les Fleurs du Mal el ojo,
este ojo mío y tuyo que llora,
el bendito ojo que hoy te mira
que buscando un mundo mejor siempre nos mira
este ojo que en otros ojos se vuelve insensible hipócrita
este ojo de amor que mil veces esta noche te nombra
constituye la palabra más empleada:
¡Setenta veces se le nombra al ojo!
¡Setenta veces desearte éxitos quiero!
¡Setenta abrazos recibe por tu obra!
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