EL POEMA PERDIDO
Adormecidas
estas letras comienzan a aflorar
se desperezan
al entretejerse
alborozadas unas con otras
(tú en mí
yo para ti:
reconocimiento mutuo)
convocadas por las tinieblas de la condición humana
semejan el estallido de la luz en expansión
corren
vuelan
se disparan y rompen
filas
en busca del poema perdido.
Ese poema que se esconde
en el meollo mismo de todas las palabras
alfa y omega
deletreado
por los poemas que no se pueden olvidar
porque existen desde siempre
en el edén perpetuo de la memoria
(cuando liberada de su condición de sísifo
se transfigura en lázaro:
orfeo vuelto dante proust vallejo triunfal).
Poema más allá de la música de las esferas
de las imágenes arquetípicas
de la espuma anadiómene en la fuente castalia
sin esplendor de la forma
sin la mentida perfección del mensaje autotélico:
puro Espíritu
que dice todo
que todo escucha
encarnado en todas las cosas
trascendiéndolas a todas ellas
inalcanzable aunque al alcance instantáneo del amor
más real que lo real
ojo en paz de la tormenta:
Ser digno de tal nombre
nombre digno del Ser.
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