jueves, 4 de febrero de 2021

DE CONCURSOS Y PREMIOS LITERARIOS, Por Miguel Ángel Huamán

 


DE CONCURSOS Y PREMIOS LITERARIOS

 

Miguel Ángel Huamán

Universidad de San Marcos

 

Partamos de una constatación paradójica que nos permitirá entender la gran distorsión que la cultura del espectáculo y la ideología consumista han perpetrado en el campo literario de nuestra tradición. Primero, la proliferación de premios y concursos literarios de diverso género, nivel y jurados: poesía, cuento, novela, teatro, ensayo, antología, testimonio, etc.; distrital, provincial, regional, nacional, andino, amazónico, latinoamericano, etc.; alcaldes, regidores, funcionarios, empresarios, asesores, escritores, representantes de organismos, entidades o instituciones diversas ligadas a la educación superior, promotoras o personajes de la farándula fungen de jura-dos expertos en la materia, sin tener el más mínimo conocimiento de los marcos discursivos propios de la actividad literaria, salvo algunas notorias excepciones.

 

Entendemos que la toma de decisión de muchos de dichos palmarés ha sido peor que la cuadradura de círculo, por razones que van desde la diferencia de gustos hasta el interés por favorecer indebidamente a algún amigo o familiar. La consecuencia que confirma lo especulado se aprecia en la amplitud o apertura de los resultados que, de premios únicos que exigía entre los jurados fundamentar la votación, han pasado a premio oro, plata, bronce, finalistas, seleccionados y otros, que han terminado otorgando alguna mención o reconocimiento a un buen número de concursantes para no pelearse y demorarse en una justificación idónea al respecto.

 

Además, son tan numerosos los concursantes que cada nueva versión rompe el récord anterior. Así, todos salen felices y contentos, la imagen de la promotora se consolida y sigue año a año el espectáculo. Sin embargo, resulta poco creíble que estemos atravesando un periodo de gran florecimiento cultural y literario, cuando lo que constatamos contrariamente es una decadencia constante consecuencia de muchos factores ligados a la crisis de los proyectos de república, sucesivamente colapsados, por la ingobernabilidad creciente de la nación. En el plano escolar y universitario la privatización educativa ha culminado el deterioro de la enseñanza pública subordinada por el criterio de la ganancia, puesto en evidencia en los pésimos resultados de las mediciones internacionales, por ello estos premios y concursos han sido promovidos y auspiciados por instituciones diversas.

 

Pero, lo que demuestran las últimas tres décadas en el país precisamente, ante el avance y generalización de la corrupción, es el grave deterioro de la institucionalidad contaminada por incompetencias, carencias de profesionalismo, dominio de intereses subalternos, clientelaje y acuerdos bajo la mesa, entonces la idoneidad y transparencia de los resultados consagratorios se muestra como dudosa. Sobre todo porque el Perú no ha podido generar una renovación intelectual tan acelerada para cubrir la demanda excesiva de jurados para tantos lauros literarios. Esto explica el que existan muchos que se repiten en la mayoría de convocatorias de las últimas tres décadas y, simultáneamente, la inclusión de un grupo cada vez mayor de funcionarios, profesionales, asesores o representantes neófitos en asuntos artísticos y literarios, cuyas designaciones obedecen no a criterios de competencia, sino por razones políticas y burocráticas.

 

En el campo literario se conocen varias historias respecto a los conflictos suscitados por estos desencuentros, que en muchos casos colindan con el realismo mágico. No estamos afirmando que todos los concursos y jurados están amañados, sino que son pocos en los que se reconoce seriedad y solvencia. Lamentablemente, la mayoría ha optado por dar ganadores por aspectos temáticos, imitativos o descriptivos, lo que ha significado que muchas veces se descubra que el tercero o una mención tenían méritos  mayores o que el orden debió ser inverso. Asimismo, hay premiados que fueron debut y despedida en el ámbito literario. También, la gran convocatoria, ahora aún más incrementada por la inscripción virtual, hace humanamente imposible que cada jurado pueda leer concienzudamente cientos o miles de participantes.

 

Debería asumirse criterios más cualitativos y responsables en donde se evalúen títulos ya editados una década anterior por lo menos y se premien por un jurado competente que fundamente, con la distancia crítica indispensable, un solo ganador. Asimismo, otorgar con los recursos ahorrados, fondos a las editoriales independientes y pequeñas formalizadas para incrementar la edición de obras literarias últimas en todo el territorio nacional y regional.

 

Necesitamos recordar que los escritores más representativos de nuestro proceso literario lograron su reconocimiento sin haber obtenido al inicio ningún premio literario nacional: López Albújar, Valdelomar, Vallejo, Martín Adán, Westphalen, Arguedas, Eielson, y un largo etc. Asimismo, hay varios de gran prestigio consecuencia de su obra sin palmarés alguno: Mario Montalbetti, Rossella Di Paolo, Roger Santiváñez. Es decir, la cultura del espectáculo y la ideología consumista han incentivado el activismo en la creación verbal, pero de un uso del lenguaje con intencionalidad pragmática o utilitaria para informar o expresar la pluralidad de nuevas sensaciones catárticas o evasivas funcionales al modo cultural dominante, sin asomo de la conciencia crítica disidente que una poética otorga como fundamento de su efecto.

 

Para la consolidación y difusión de esta práctica masiva, estetizante pasiva y entretenida, el surgimiento de una crítica poscolonial peruana ha sido determinante. Esta actividad secular que acompaña al escritor en su conquista del mercado y las ventas, ha desplazado a la crítica académica encerrada en los claustros e incorporado a muchos de sus integrantes, convertidos en intelectuales en busca figuración y presencia en los medios. La tradición de una crítica comprometida con el proceso de formación de una cultura nacional que articule nuestra pluralidad y heterogeneidad a favor de un desarrollo sostenibles, con equidad y justicia para todos sin distinción alguna, ha sido declarada como una postura prematuramente obsoleta y ya superada.

 

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