PAVEL ABARCA JIMÉNEZ
SEÑOR PRESIDENTE, HASTA SIEMPRE
Señor presidente, hoy luce su alma el color del
pecado mortal,
y es ahora el eslabón predilecto de la filosofía.
Será el problema individual y el problema social
que arroja el misterio
a los ojos curiosos, como el que arroja su mirada
al vacío.
Su sangre fue de limón mayoritario y de elixir
minoritario,
su muerte es la vida para nuestros girasoles y el
luto para sus criaturas.
Casi dos metros de historia para el descanso de
siglos de patria.
No es mi alegría la que escribe ni la pena la que
me inspira,
pero son los golpes de Vallejo los que hacen al
poeta, que hoy
parecen golpear las puertas de la casa de luzbel.
El Perú es el medio hacer del descanso y la
insistir del colapso;
en su panteón de gloria hoy no hay atención, es
feriado largo, su cajón
señor presidente será el templo de los guardianes
del templo rojo en estrella,
de esos que aman la muerte en la verdad.
Su completitud platónica fue la incompletitud feliz
de nuestra paz interior,
porque al lanzarnos la bulimia de narciso,
generaciones de generaciones
quedaron
petrificadas, levantando las manos y vitoreando el no ser, su no ser.
Hoy su mano gatilló la bala del cosmos desconocido,
para deshabitar
las células psíquicas de ese hábitat colosal ¡Es un
ejemplar de la historia!
Valioso para los hombres de ciencia y mesiánico para
los hombres de a pie.
Se encontrará usted con Gonzáles Prada y
confrontará usted su completitud
afectada con las incompletitudes más hermosa que
conoció el Perú: páginas libres
y horas de lucha. Resistará usted el trébol de la
verdad?
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