lunes, 20 de mayo de 2019

LAS ESPINAS DE LAS CALLES. Por SILVIA ORTIZ.





     LAS ESPINAS DE LAS CALLES


He creído en la inocencia de la cruz
y la punzante pesquisa oratoria
de los hombres caminantes del olvido
y el párpado lacrado de aguijones
confiscando calle a calle el verdugo
muere-muere de los hambres,
de los hambres en los hijos
y las hijas de habitáculos prohibidos.

He creído en la boca del que escribe
en carne propia el dolor de los dolores
y se trazan contorsiones en suburbios
de los pasos insurrectos de emociones,
registro la Corona en el Cristo
de los hombres,
registro el sarcasmo ruin
de la historia en que mueren
y muerden al Dios o el dios de los caídos,
el dios de los honrados,
y los bárbaros raptores que comieron
dócilmente de la mesa incruenta
y juzgaron con el dardo de palabras
al blasfemo hombre que se nutre
de apatía y omisión.

Me declaro transeúnte del sin dios y
el andante que frecuento por morteros
porta clavos con espinas de las manos
del que muere apaleando la apetencia
y tanta pena de antesala y un trabajo,
un trabajo que no alcanza y es verdad
inalcanzable en el ojo derribado
de torturas de acarrearme amarguras
en la boca de los niños del injurio.

He creído en la cruz de mis hermanos
de las calles, mis hermanos gobernantes
del infierno que conceden las espinas
de llamarse libertarios limpia prisas
en las rutas misteriosas de su boca,
he crecido en la piel del arco iris,
me hice dueña hurtadora de ropajes
para cristos de los valles sin corona,
indefensos de alegrías, corazón
de mordeduras agridulces ...no decaigas
en la fe de los hermanos que te portan
como suyo.

Lo no visto por el ojo de lo humano,
no le niegues, no desoigas la visita
de las casas interiores de los hombres,
del que quiebra su rodilla por justicia,
del que tiembla ante tu pan, vida eterna
vida, vida.

¡Ven amado hombre de los dioses,
ven que me he quedado sin aromas,
sin la paz de libertades y quejidos
soportables de zumbidos perecidos
en la frente y la corona de afonía…

¡Ven delirio agonizante y perdona,
perdona al que ultraja al herido
en la sala humanitaria y escarba
el clavo de otro Cristo desterrado
en la fe del mirador!


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