SILENCIO
Despacio y lentamente
calzo mi cuerpo
en una túnica
larga y sencilla.
Libero uno a uno mis cabellos
y perder no quiero el tiempo
en alisar su rebeldía.
Aliento a mis ojos:
"Sois embajadores del Sol
en la oscuridad".
A mis piernas advierto
a no rozarse entre sí
y menos con la silla,
la cama, el escritorio.
Ruego a mis pies
a evitar tocar el suelo.
A mis pulmones
a contener el aire
hasta mañana.
A mi túnica a no acariciarse
con mi piel.
A mis venas
a circular por debajo de mis huesos.
A mi almohada
a resignarse a dormir sola
esta noche.
A la silla
a morderse el alarido
que le produce mi insosiego nocturno.
Que no se entere la noche
que invado su territorio,
que en su silencio transita
bebiendo en baja voz
mi alma de su inmensa paz.
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