ANA
ISTARU: POESIA DE ALTO VOLTAJE ERÓTICO
Por
WINSTON ORRILLO.
“El amor hace al hombre de tierra/ y consagra
su polvo a la tristeza.//El amor hace
del hombre una joya doliente/ un pesada lágrima o un niño poderoso.// El amor desnuda al
hombre como a un fruto/ y en su olla de poesía lo consume…”
Alejandro Romualdo
“Yo
soy el granizo/ que entra aullando/ por tu pecho desquiciado…”
Francisco Bendezú
En efecto, lo que llama, prima facie, la atención, en esta poesía
excepcional, es su carga erótica que pasa, de largo, la importante lírica
trabajada por mujeres a lo largo y ancho de Nuestra América.
Sin embargo, leída
–degustada, no una sino varias veces- la obra que, con singular esfuerzo hemos
conseguido (merced a la generosa disposición de Tito Hurtado, gran escritor
peruano que reside en Costa Rica) y que es “Poesía escogida” de Ana Istarú (pseudónimo de Ana Soto Marín),
completa escritora de esa nacionalidad, pues es no solo lírica, sino
dramaturga, actriz, narradora y periodista.
La casualidad –madre de
todos los vericuetos- me llevó, ya no recuerdo cómo, al primer poema que de
ella acudiera a mi encuentro: creo que fue en una de esas publicaciones
aleatorias que se hacen vía internet.
Todo fue leerla y acudir al mágico google
pues nada sabía de ella, y en éste pude allegarme, amén de a sus elementales
datos biográficos, a alguna antología que, de hecho, me sumó a su larga –estoy
seguro- fila de incondicionales.
En el libro que me enviara
Tito (en “Editorial Costa Rica”, por cierto) figuraba no solo “Estación de fiebre” –que nos llevara al
espasmo, sino una variada antología que, por cierto, nos complicó la vida, pues
aparecieron composiciones en las cuales el eros era imbricado con una visión
existencial (no escribo existencialista) que, como en verbi gratia…Y cito:
“La
muerte es un repliegue: Todos seremos
despeñados/ en álgido preludio hacia el adiós, la oscuridad, la nube
indescifrable./ Llegar a ser no ser/ ni nada de la nada.// Estamos en la muerte
chapoteando,/ enrarecidos.// Lleva este beso y ponlo/ como un dardo de amor
encarnizado,/ en todo lo que existe.//Mi muerte es un repliegue,/ una
estrategia genial/ de la semilla.// Partículas de mí rodando por el cosmos,/
hilando el trance ileso de los astros..// El pulso de la nada es la tibieza./
el átomo dormido que retorna,/ no la amargura.// Agua que fui y carbono dulce/
que el orbe recupera,/ engendran otra faz,/ otra costilla flamante, / locomotoras,/
la fe de los salmones,/ la naranja,/ la rabia irreverente de los hombres,/ los
que elevan/ la nave azul del mundo,/ y dan su trozo/ de luz a cada cosa,/ su
migaja de paz sobre la tierra.”
Poesía, en fin, como toda la
grande, con temas que aparte de las simas y cimas de lo erótico, dan la vuelta
al universo y lo aprehenden, con un manejo maestro del idioma –que le ha valido
los galardones que merecidamente posee, tanto en prosa como en verso, tanto en
dramaturgia como en la crónica cultural (y que no enumero porque no alcanzaría
el espacio).
Sus libros se han editado,
aparte de su Costa Rica nativa, dos en
España (Editorial Torremozas, 1986, y
Colección Visor, 1991) amén de una en
francés (La Difference, 1997, Paris)
Dueña de un vocabulario
personal e idóneo para una temática que no se cansa de asombrarnos, no nos queda sino estar a la caza de más obras de
Ana Istarú.
Mientras tanto, por el momento,
uno más:
Amor
Posología:
Ingiérase cualquier tarde,/ si llueve/ o si hay extraños astros rojos/ en el
aire,/ o los hombros arden como estrellas/ o mares.
Precaución: Como cualquier/ milagro de rocío:/ es
frágil.//Mantenerse lejos del alcance/ de los que usan corazón de bolsillo/ y
dejan guardados los besos/ bajo llave.”
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