(Publicamos el siguiente artículo esclarecedor y profundo del poeta RODOLFO DONDERO RODO, como una muestra de lo que debe ser un escritor libre, y consecuente con sus acciones y su palabra, mientras que otros juegan al papel del avestruz.)
Acabo de leer el mejor ejemplo de cómo puede tratarse el tema del festival de poesía organizado por Harold Alva, en la peor forma, desde el punto de vista crítico, y con mentalidad envilecida por la intención destructiva.
No vale la pena referirse, en este caso a lo más importante que Vilchez dice en su artículo publicado en la Web “Lima Gris”, (Puntos 1, 2, y 3) y que nada tiene que ver con el último festival de poesía, al que tuve el agrado de asistir, y también el honor de haber sido invitado a participar.
Podemos coincidir en que existe insensibilidad en toda la prensa, hablada y escrita, cuando debe tratar asuntos culturales, puesto que estos temas solo son mencionados cuando el protagonista del hecho cultural, escritor, pintor, músico, escultor, danzante, orfebre, o cantante, entre las muchas expresiones que tiene el arte, se preocupa de cumplir con el respectivo pago de derechos de publicidad, debidamente organizado y administrado por los medios.
En otras palabras en estos casos “la platita manda” salvo rarísimas excepciones, que seguramente le constan al lector tanto como a mí.
Los “acasos” planteados por Vilchez e
n el punto 6 de su publicación, son de resentimiento subjetivo, lo único objetivo es que los medios que tienen licencia para llevar la información a la población, no reconocen en la práctica ninguna obligación de difundir la cultura, hasta que esto no les signifique el lucro para el que han sido fundados. La mala leche del texto al que me refiero, está en la última parte del numeral 6, cuando polariza el evento con la presentación del laureado escritor chileno, en la PUCP, como si la asistencia a los eventos, estuvieran en competencia, lo que no ha ocurrido como insinúa el autor de la nota, porque para ambos casos los medios obraron de la misma manera, ignorándolos olímpicamente.
En el numeral 7, el crítico plantea la incapacidad e improcedencia del organizador del festival, lo que remata con la más agresiva pregunta que pudiera hacerse sobre este evento: “¿para qué hacer un festival dónde, además, no estarán presentes los más resaltantes poetas del país?” – Será porque el señor Vilchez no fue invitado como exponente de la poesía peruana, o porque alguien de su entorno y simpatía no fue invitado, pero desde un análisis sereno es una calumnia infame, la premisa que contiene la pregunta.
En el numeral 7, el crítico plantea la incapacidad e improcedencia del organizador del festival, lo que remata con la más agresiva pregunta que pudiera hacerse sobre este evento: “¿para qué hacer un festival dónde, además, no estarán presentes los más resaltantes poetas del país?” – Será porque el señor Vilchez no fue invitado como exponente de la poesía peruana, o porque alguien de su entorno y simpatía no fue invitado, pero desde un análisis sereno es una calumnia infame, la premisa que contiene la pregunta.
Siempre ha sido así: no están todos los que son, ni todos lo que están son, y cuando la convocatoria pretende ser universal así tendrá que ocurrir.
En el punto 8 el crítico se vuelve obsceno y desadaptado, porque tiene una visión tan parcializada, y subalterna en la que demuestra cándidamente un servilismo absurdo determinando, con autoridad que carece, que sólo habrían 9 poetas que merecerían recibir homenaje.
Esto demuestra la falta de conocimiento de la realidad de la poética peruana, que emerge a lo largo y ancho del territorio, sin complejos, con un manejo del lenguaje espectacular, superior al que maneja el crítico Vilchez, que según mi modesto parecer tiene traumas que deberá superar con un tratamiento apropiado.
No quiero referirme a los siguiente numerales, que llegan hasta el 20, por considerarlos catáfilas del mismo bulbo atacado de fusariosis mal oliente.
Finalmente, sí señor, asistieron poetas jóvenes de valía indiscutible, tuve la suerte de leer sus poemas, tan logrados como los de las lumbreras de la literatura universal, son peruanos que merecen se les disipe la bruma malintencionada de gente incapaz de reconocer el mérito ajeno.
Tengo la seguridad que el próximo Festival de Primavera, que organice Harold Alva, será superior, pese a la acción corrosiva de los ácidos que se vuelven inocuos ante la nobleza del oro.