viernes, 29 de abril de 2022

POEMA. Por CECILIA MOLINA.

 



            POEMA

            Por CECILIA MOLINA.



cara de pajarito me dicen

pájaro que vuela sobre las cuevas

allí la Luna se esfuerza en parir

el gusano que me habrá de alimentar

en las noches macilentas donde

se revuelve el ojo quemado, imperfecto 

 

el ave mira detrás de la Luna

su ruina y su sangre maldita

son las nueve de la noche

ya clarea, la luz irrrumpe

desentona el canto.

 

 

RETAZOS DE POEMAS DE "LUCECITA" (Luz Marina Zevallos, actriz-modelo colombiana)

 


RETAZOS DE POEMAS DE "LUCECITA" 

(Luz Marina Zevallos, actriz-modelo colombiana, que labora en canales peruanos.)

 

 

1

 

Hoy, en el manto frío

cuando el silencio se hizo viento

y penetra esta piel mía

llena de soledad

de angustia

de recuerdos lejanos y

esperanzas vagas

que se destruyen...



2

 

Temo al amor que viene

y va como una ola vacilante

en la perfilada playa.

Temo a los errores

porque ellos solamente logran

perturbar tu alma.

 

 

 

 

TRES POEMAS de ARNOLD CASTILLO.


                                       José Beltrán Peña, Ruth Hurtado, Washington Delgado y 

                                                                     ARNOLD CASTILLO.


 

EXISTIR

 

La vida huye entre

una furia de traspiés

y hemos decidido entenderla

encendida de sueños

dando de gritos

como el dolor de una fresa bajo la lluvia.

 

 

 

 PAPELES AL VIENTO

 

en la burbuja de un sueño vive la metrópoli

una melodía parte abajo y se derrumba astillada

el fuego azul se desnuda como un pensamiento

tu mirada huye perpleja

y danza en las entrañas mismas de la palidez

de la tarde

en una esquina cual papel al viento amaneces.

 

 

 

UN INDESMAYABLE RUMOR

 

El viento se encrespa 

entre un bosque de edificios

y pega de aullidos como una

ramera envuelta en el sopor de

noches y madrugadas

se arrastra como un simple papel

y en un viaje desafortunado

penetra entre los sueños

y parte alocado como un corcel

hollando con sus huellas en el

azuado mar y desde un punto

lejano atrapa a la niña de nuestros 

ojos donde vive sola la inextinguible

llama de la aventura penetrando en

nuestra sangre como una moneda

corriente que descubre un indesmayable

rumor.



HOLA. Por HOMARA ABAYE RAMÓN.

 


             HOLA

             Por HOMARA ABAYE RAMON.

 

Hola, hace falta  escucharte

estoy escuchando

estoy bajo la lluvia

pensando en la vida

que cruenta avasalla 

a los sentimientos.

La vida es un amor,

que te hace remecer y 

hasta fijate los castillos

vuelan, las princesas

se hacen reinas y

el camino es más largo o corto.

Son mil ideas, mil sentires

ahogados en un vaso

buscando el salvavidas, o

la luz que sostenga mis fuerzas.

La vida es el cariño construído,

es la susencia extrañada.


Lima, mayo 10, 2011. 3.00 am.

 

 

sábado, 23 de abril de 2022

RUNAMULA. Por LU ZUÑIGA.

 



   RUNAMULA

   Por LU ZUÑIGA

 

Bajo la luna infinita

la Noche golpea mi rostro

maldice mi cuerpo.

 

Mitad mula /Mitad mujer

mi hibridez perversa

relincha mis pecados ensalivada.

 

Ella sale a mi encuentro

su infamia rodea mi garganta

quiere lo que no tengo.

 

Entre el fuego y la humedad

el cerrar de ojos

¿Será un sueño?

 

Tendida en el suelo

danzan los cardenales en mi piel,

desvelando verdades.

 

ICÁSTICA. Por LU ZÚÑIGA.

 


 

          ICÁSTICA

          Por LU ZUÑIGA.

 

El espejo se yergue

dulce presagio de seguridad aparente

que sopla en su piel melodías sin notas

jirones melancólicos la invaden

su mirada retrocede

la muñeca,  la linda, la bonita no existe,

no hay rímel ni pintalabios

solo un rostro desnudo

unas alas replegadas

amores mutilados y silencios,

memorias de un alma sola

que remienda su nombre para no olvidarlo.


 

 

 

miércoles, 20 de abril de 2022

CREACIÓN PATAFÍSICA DE JOSÉ BELTRÁN PEÑA. Por WINSTON ORRILLO


 

 

CREACIÓN PATAFÍSICA DE JOSÉ BELTRÁN PEÑA

                            POR  WINSTON ORRILLO.

 

Es algo realmente increíble. CORAZÓNmente (Lima, 2021), es un no sé si decir, “libro”; pero sí un artefacto que intenta acercarse a él, o, mejor dicho, una Creación Patafísica, así la he denominado a falta de algo con qué comparársele.

 

Porque su autor, en este texto, emplea un Cuaderno Escolar (de los que se usaban antes), para, allí, insertar pensamientos, admoniciones que, en solo 41 ejemplares, ha publicado su reconocido sello, Ediciones Amantes del País.

 

José Beltrán Peña, en su volumen, habla de lo que quiere, porque las palabras sobran, como él mismo lo dice; y lo que falta, en realidad, es un amor mundial; vale decir, poetas para salvar el universo, y en el pináculo de los cuales -no podía ser de otro modo-, sitúa al cholo Vallejo, impertérrito por los siglos de los siglos.

 

 


                                            José Beltrán Peña.

 

El autor juega, maestramente, con el idioma para exaltar a los niños por encima de los “Herrores” y Horrores. Porque este volumen -hay que decirlo con todas sus palabras- es un homenaje a la vida plena y un continuo exorcismo contra la guadaña.

 

El niño interior del bardo, a no dudarlo, es el que maneja las páginas y páginas, donde se repiten recortes e insertan los signos y símbolos de este texto que hace trastabillar al mal y vota, permanentemente, por la vida, la belleza, el amor, la felicidad,el optimismo, el futuro.

 

Pepe Beltrán se autodefine como un niño viejo en medio de esta Zoociedad,  a la que él pretende -sencilla y simplemente-, humanizar. Para ello, una de sus armas, quizá la más frecuente, es el erotismo y la invocación a los jóvenes para que -solo ellos-, salven a este universo que, por momentos, es un monte calvario donde las armas para su exorcismo, son la belleza, el amor, el erotismo, y el amor a la cultura, tan venida a menos en los días que corren, pero que aún estamos a tiempo de salvar.

 

Ya sé que dirán que Pepe Beltrán debe haber estado ahíto de estupefacientes para que diera a luz este “libro!, que ojalá llegue a muchas manos importantes. Son mis mayores y más plenos deseos.

 


                                         Winston Orrillo Ledesma.

 

 

 

martes, 19 de abril de 2022

CONTIGO PERÚ Augusto Polo Campos: Es como un grito… siento que me llama Por Josefina Barrón

 


CONTIGO PERÚ
Augusto Polo Campos:
Es como un grito… siento que me llama
Por Josefina Barrón.
 
 
Sobre su polaca caía una lágrima. Morales Bermúdez estaba emocionado. Polo Campos le tarareaba Contigo Perú. Recién salidita del horno la composición, escrita como un repente, puño y letra apurados sobre el reverso de una factura, nacía el himno del Perú en un cafecito al ladito nomás de Palacio.
Todo peruano vibra cuando escucha sus primeros acordes; al sonar la gruesa voz del Zambo, no hay quién se mantenga en sus trece. ¡Cómo yo no logro lo que Polillo! suspira Chabuca, y otra vez arremete, ¡cómo mis canciones no se silban como sí las de él…! ¡cómo no se saben mis letras tanto como las de mi querido Polillo…! Chabuca era amiguísima de Polo Campos. Él le llevaba chifa todo los jueves. Conversaban largo. Fueron tan distintos como iguales.
Cada quien a lo suyo. El gobierno militar le había pedido a Polo Campos que crease en quince días una canción que pudiese animar al equipo peruano que jugaría en las eliminatorias para Argentina 78 nada menos que en Santiago y contra los chilenos. Pucha, qué atmósfera hostil sería esa. Habría que subirles la moral a los chicos. Debió ser mágica la entrada a los camarines de los futbolistas mientras se cambiaban, de Oscar Avilés detrás de su mostacho, guitarra en mano, dedos voladores; la del Zambo Cavero todito en persona con sus sabe Dios cuántos kilos de música y magia negra sobre el cajón; y, por supuesto, la de Polo Campos, el autor y hermano, el uno del trío fantástico. Allí se renovó nuestra identidad, una vez más porque cada cuánto lo hace. Empatamos pero ganamos. Ganamos un himno que nos recogiera cuando se nos extraviara el piso, cuando nos sintiéramos ansiosos de pertenencia, cuando el olvido, la anomia, el desamor, el miedo, la incertidumbre, se empezaran a apoderar del sentimiento patrio, como el polvo sobre los recuerdos.
¿Qué será y no cultura? ¿Existe acaso la Literatura con mayúscula, y la popular? ¿no será que es poesía aquella que nos rompe al corazón como una daga de luz? ¿será que esos versos sencillos que Polo escribió sobre un pedazo de papel o en el aire o en el trajín o al oído de una mujer, en impulsos y sin mayores artificios literarios, reflejan en su honesta factura la dimensión humana? ¿no será que es ‘una’ la cultura que nos expresa y reafirma, la que nos refleja y agrupa? Claro que sí.
Pero regresemos a Polo Campos y a ese Perú al que amó en su vida y obra, regresemos al policía que siempre fue compositor, que escribía sin saber de música, regresemos al fabricante de ritmo y sazón, a quien sabía de cuándo entrarle con todo al verso y cuándo detenerse y meterle un quiebre a la canción. ¿Intuición? Talento es seguir la intuición. Porque Dios regala y uno recibe si es consciente, si es estimulado, si se rinde a su genio. Si acepta no poder con él. Claro que aprendió de algunos grandes como Pinglo, como Luis Abelardo Nuñez y Mario Cavagnaro.
Polo quería ser amado. Y lo fue. Parece que muy pronto en su vida descubrió que la palabra y su música eran sortilegios para lograrlo; apenas cumplió los cinco años ya en casa se ganaba la simpatía, la admiración (y las propinas) si componía. Compuso. Compuso como loco. Desarrolló la audacia, la chispa, la rapidez, la seducción, la picardía, el humor. Fue libre. Aprendió a volar lápiz en mano, también en las calles del Rímac, su barrio, detrás de la pelota porque vaya que mamó fútbol; voló al extender la mano para recibir la monedita que su padre, militar, le tenía en retribución por cada composición y voló en el regazo de su madre, quien tocaba la guitarra para él, madre que apoyó con su guitarreo a artistas criollos emergentes. A ella le dedica su vals más emblemático: Cuando llora mi guitarra: “Tú que recibes en tu madero mi llanto… “ escribe Polo Campos. Cómo erizan la piel Los Morochucos cuando la interpretan. Con qué suavidad fluye la tristeza.
Mucha música debió escuchar Augusto en su niñez y juventud. Apenas cumplidos los veintiún años tiene ya su primer gran éxito en la radio: La Jarana de Colón. Le sirvió el descubridor de América para descubrir su espacio en el mundo criollo. La industria discográfica nacional florecía; su nombre comenzó a sonar, igual que los versos que escribía sin tregua: “Y Cristóbal se coló en la jarana, y al compás de su guitarra y castañuelas, se templó de una limeña, bien de Triana, y para quedarse en Lima quemó sus tres carabelas.” No es Vargas Llosa ni James Joyce. Pero sí Joaquín Sabina, si Bob Dylan, el Nóbel de Literatura que no es Vargas Llosa ni Joyce. Dylan viene a confirmar que hay una literatura que se habla, que se canta, que está hecha de sonidos, que consume la mayoría de las personas. En el caso de Polo Campos, es mucho más fuerte pues expresa la identidad nacional. Como bien ha escrito el periodista Agustín Pérez Aldave, quien ha ocupado muy buenas reflexiones sobre Polo Campos: “un país también puede ser forjado gracias a las canciones –como las de don Augusto— y ser más que un pedazo de tierra.”
Algo suena en esa polka lorcha, en ese vals que se adueñó de una tierra difícil, india, mestiza, multicolor; es el nuevo mundo el que se canta sincerado; uno que se amalgama, que no sabe de clasificaciones, aunque algunos pocos puristas crean que existe alguna cosa hoy como casarse virgen. O que de cuerpo humano emane sangre azul.
Vamos. No hablamos de un improvisado. Polo Campos supo a quién darle cada una de sus composiciones, en qué voz, en qué guitarra, depositaría su confianza y duende. En ellas brillaron el Zambo Cavero, Lucha Reyes, Oscar Avilés, Cecilia Bracamonte, Los Morochucos, Edith Barr, el gran Pepe Torres… agarra tu guitarra Pepe que he compuesto una, apúrate, apúrate que quiero ver cómo suena… y agarraban viada. Cada canción tiene su historia. Alguna mujer de las que no faltaron en su vida lo zozobra y él compone. Compone enfadado, compone caminando, compone embelesado, compone triste, compone enamorado, y nosotros, que entonamos Regresa, que cantamos Limeña (debo decir que la versión de María Dolores Pradera es mi favorita) no sabemos cuántas historias existen pero sí que solo acabaron con su muerte. Polo Campos se las trajo toditas. Cada domingo a las doce, uno de los grandes valses de Augusto, habla de su historia con Eugenia Sessarego, una de las mujeres que más amó y a la que iba a ver al penal de Chorrillos todos los domingos después de misa. La amó, como a Cecilia Bracamonte, a la Susi y a Jesús Vásquez, de quien dice, fue el amor de su vida. Alguna vez le dijo a un entrevistador que a Cecilia Bracamonte le cobraba. ¿Cómo que le cobraba? “Le daba una canción y le decía: házmela triunfar”. Era un maestro.
Escibe Agustín Pérez Aldave: “(…) Desmesurado don Augusto. Fue su propio director de Márketing, cuando esta palabra no existía en el diccionario de nuestra movida musical. De vida exagerada, como muchos grandes, como Daniel Santos, con quien se emparenta en haber sido un grande de la épica genital, situación comprobada en sus múltiples testimonios, pero que no fue gratuito alarde de macho sino combustible para la creatividad(…)”.
Puede ser que haya amado a muchas. Tuvo siete hijos con siete de ellas. Pero puede ser que haya amado más al Perú que a sus propias mujeres e hijos. Al menos eso siente Marco: una suerte de envidia del Perú: “Te juro Josefina… por más que mi padre cantara Contigo Perú cinco mil veces, nunca hubo una vez donde no le brotaran las lágrimas”. ¿Quién dice que las palabras se las lleva el viento? Permanecen, como las piedras colosales. Cuando son dichas con honestidad, pasa lo que en ese estadio ruso o en los balcones de nuestras casas ahora que no podemos salir y esta distancia nos une: no queremos dejar de ser peruanos. El Perú toma una bocanada de aire y exhala. Está vivo.

 

EL SUBDESARROLLO DEL PERÚ Y LA UNIVERSIDAD Por Jorge Rendón Vásquez


 

 

EL SUBDESARROLLO DEL PERÚ Y LA UNIVERSIDAD

Por Jorge Rendón Vásquez

 

No hay en el Perú suficientes candidatos con las calidades intelectuales, formación superior, independencia de criterio y sindéresis para cubrir los cargos con poder de decisión en los aparatos de producción y estatal y las cátedras universitarias.

¿Por qué?

Muy simple. Porque las universidades peruanas los han formado así y porque, después, en la práctica profesional, han perfeccionado sus deformaciones de origen, con algunas excepciones laudables debidas a la perspicacia y entereza de quienes comprenden que deben formarse o reformarse por sí mismos o irse a alguna universidad extranjera de prestigio. Esto quiere decir que hay, en nuestro país, una compatibilidad perfecta entre nuestro subdesarrollo económico, social e intelectual y la universidad.

Nunca, la universidad peruana estuvo al nivel de las universidades europeas o norteamericanas con menor puntaje en el ranking o con sus homólogas de Argentina, Brasil y México; y sus leyes orgánicas legalizaron este pasar, con excepción de la última de 2014 que instituyó, por lo menos, una entidad de control de su calidad.

Dentro de su inferioridad, la universidad peruana ha experimentado una crisis de crecimiento deformado, caracterizado por la confluencia de tres factores: la llegada a sus aulas de oleadas de jóvenes de las clases sociales postergadas; la inexistencia de un nivel de formación profesional intermedio; y el bajo nivel general de sus docentes.

1) Los descendientes de las castas raciales subyugadas durante el Virreynato y la República, convertidos en sujetos de las clases obrera, campesina y pequeño burguesa provinciana comenzaron, con derecho, a acceder en masa a la universidad a partir de la mitad del siglo pasado, tras haber pasado el ciclo de la educación secundaria que el Estado extendió por la necesidad de la oligarquía y el capitalismo emergente de contar con un mayor número de obreros y empleados con los conocimientos de base indispensables para el manejo de los instrumentos de producción y la documentación en las oficinas. Las universidades, casi todas públicas, se sobrecargaron año a año y, muy lentamente después, aumentaron su infraestructura y el número de sus docentes para recibirlos, aunque apelando más a la cantidad que a la calidad. Las oleadas anuales de nuevos postulantes a las univesidades se incrementaron por el crecimiento de la población.

2) Para los dirigentes del Estado, siempre fue desconocida la necesidad de contar con un nivel intermedio de formación profesional de técnicos y personal de encuadramiento. Las únicas realizaciones en este campo se debieron: 1) a la Sociedad Nacional de Industrias que promovió y financió en 1961 la creación del Servicio Nacional de Aprendizaje y Trabajo Industrial (SENATI) para la formación de obreros calificados en diversas especialidades y al que se le dio como marco legal la Ley 13771: y 2) a la Embajada Francesa que, con la ayuda de las asociaciones industriales de Francia, creó un centro de formación de técnicos que funcionó hasta comienzos de la década del 80. Mucho después fueron creados otros centros similares por iniciativa privada. Las carencias en este nivel determinan que la mayor parte de jóvenes que concluyen la educación secundaria y pueden seguir estudios superiores se dirijan, como por un canal directo, a la universidad, más para promoverse socialmente con una profesión universitaria, por lo general con estudios librescos y ajena a la producción de bienes y servicios materiales, que para insertarse útilmente en el mercado de personal técnico.

3) En las universidades europeas, norteamericanas y las más importantes de América Latina para ser docente universitario es imprescindible el grado de doctor. Más aún, en esas univesidades, la vocación de los estudios y las tesis doctorales es formar sus docentes. Las leyes universitarias peruanas ignoraron esta exigencia fundamental y permitieron el ejercicio de la docencia universitaria con simples licenciaturas o títulos profesionales. Y, de entrada, así, la universidad peruana fue condenada irremisiblemente a mantenerse en el subdesarrollo. Recién, la ley universitaria de 2014 ha comenzado a exigir, por lo menos, el grado de magister para los niveles de profesores auxiliar y asociado y el grado de doctor sólo para el nivel de profesor principal. Sin embargo, por una disposición transitoria, esta ley les dio a los docentes sin el grado de magister el plazo de cinco años para obtenerlo, ante la perspectiva inmediata de dejar sin profesores a las universidades. Vencido este plazo sólo una parte de ellos pudo llegar a ese grado en programas de maestría pagantes, improvisados en parte  y truqueando sobre el conocimiento de otra lengua extranjera y con tesis discutibles por su baja calidad. A los demás, ese grado les es inalcanzable porque, por su formación anterior y la edad, su mente rechaza el estudio concentrado, el planteamiento de las hipótesis a desarrollar, el fichaje y la propuesta de consecuencias y conclusiones. A ello se ha añadido el sobredimensionamiento de la autonomía universitaria que, en la práctica cotidiana, se ha convertido en la autonomía personal de cada docente universitario para enseñar lo que quiera, sin relación con la función principal de la universidad, consistente en suministrar los cuadros que requieren los aparatos productivo y estatal y el desarrollo económico, social y cultural del país. Esta noción tiene como remoto antecedente la libertad de cátedra, reconocida por la Constitución de 1933, pero que fue entendida como la libertad de enseñar lo que el docente quería. La introdujo en la Constitución de 1979, como autonomía universitaria, un representante transfuga de varios partidos y alcohólico irredento, en ese momento aprista, como autonomía a secas, a la que otro representante le añadió, por fortuna, la condición de sujetarse a la ley, y así pasó a la vigente Constitución de 1993, que no se refiere para nada a la necesidad de hacer de la universidad un sistema cuya razón de ser sea el servicio a la sociedad y a su progreso en todos los campos del conocimiento.

En la década del noventa, el gobierno de Fujimori decidió incrementar la oferta del servicio universitario recurriendo a la creación de universidades privadas para acoger, sobre todo, a una creciente masa de postulantes salidos de la pequeña burguesía y de las clases trabajadoras que podían pagar las pensiones fijadas con criterio comercial. La autorización de funcionamiento de estas nuevas universidades fue encomendada a una comisión de cinco exrectores nombrados por la Asamblea Universitaria. Se crearon así, sin ton ni son, innumerables universidades con capitales privados de reducido monto. Se prescindió absolutamente de la calidad de los docentes. Como para serlo bastaba poseer un título universitario se improvisó docentes por doquier. Alguien dijo que los rectores de algunas de estas universidades se colocaban en la puerta de sus locales ofreciendo las plazas de docentes a cuanta persona  pasaba por allí. En algunas, privadas, los rectores llegaron a fijarse sueldos exhorbitantes. Y, por supuesto, la fortuna de los inversores aumentó de mes en mes por una demanda en aumento, estimulada por complacientes exámenes de ingreso y de las asignaturas, pensiones que debían pagarse sí o sí, sueldos de los “catedráticos”, no muy encima de la remuneración mínima, y por la colaboración del Estado que, por la Constitución (que para eso ha sido hecha así), exonera del pago de todo impuesto directo e indirecto a estas universidades. Firmes en su poder económico, algunos de estos propietarios tentaron suerte en la política y se convirtieron en jefes de partidos y representantes al Congreso.

¿Cómo sacar del subdesarrollo a la universidad peruana? ¿Cómo redirigirla a enseñar e investigar lo que nuestro país necesita? ¿Cómo hacerla que forme a los profesionales en la cantidad y calidad que requieren sus aparatos productivo y estatal, y no profesionales en exceso en ciertas ocupaciones, que devienen parasitarios, distrayendo una fuerza de trabajo necesaria en las actividades de producción? ¿Cómo arrancarla del interés, el autoritatismo y la comodidad de las camarillas de docentes parapetados en sus nichos autónomos?

La respuesta a estas preguntas conduce a fijarse en la normativa que legaliza tan absurda y lamentable situación. Es preciso reformar los artículos de la Constitución relativos a la educación y a la formación universitaria. Pero eso solo no bastaría.

Por una parte, es preciso crear en las capitales de departamento centros estatales de formación profesional intermedia con las especialidades apropiadas a las actividades productivas de cada región.

Por otra, se debe formar masivamente a los docentes que la universidad reformada requiere y, para ello, el Estado peruano debería financiar algunos centenares de becas anuales para hacer los doctorados en universidades europeas, norteamericanas, asiáticas y de ciertos países latinoamericanos, como Argentina, Brasil y México. La determinación de las universidades y especialidades de formación en esos países, los acuerdos con esas universidades y la organización de los concursos para seleccionar a los postulantes a las becas, de no más de 35 años, deberían estar a cargo de una entidad central, como el SUNEDU. Diez años después del comienzo de este proyecto, si se llevara a cabo, los nuevos docentes comenzarían a sacar a nuestro país del subdesarrollo.

(Comentos, 18/4/2022)