SEGUNDA VUELTA: ¿CÓMO SE MANUFACTURA LA OPINIÓN PÚBLICA?
Por Jorge Rendón Vásquez
Los mecanismos de la manipulación
En estos
momentos, el poder empresarial, alarmado y todavía sin creerlo, debe ya
disponer de los técnicos más reputados en la manipulación de la opinión
pública.
Su objetivo:
impedir que el maestro de escuela del sombrero campesino gane en la segunda
vuelta.
Apenas conocidos,
los resultados de la votación del 11 de abril último, la mujer de la dinastía
fujimorista se dirigió a los demás candidatos que venían detrás y los conjuró a
unirse a ella contra el peligro comunista, la amenaza contra la democracia y la
libertad, etc., etc. Contaba con que esos 15 candidatos que, de un modo u otro,
habían sido financiados por el dinero empresarial, se le acercasen, unos
sumisamente, otros con cierta reticencia y otros condicionando su apoyo a
ciertas concesiones. Hasta Verónica Mendoza, la candidata de Juntos por el Perú,
le manifestó su adhesión tácita que expuso en las entrevistas que concedió en
ciertos canales de TV, declarando que el maestro ganador no le inspiraba
confianza y que lo pensaría, justo lo que los técnicos del poder empresarial
querían que dijera.
El marqués del
Premio Nobel de literatura y neoliberalismo tardó unos días en convencerse de
que esta vez sería imposible encajar una hoja de ruta como la que le metieron a
Ollanta Humala, y declaró que la mujer de la dinastía fujimorista era la
alternativa para salvar a la democracia de una dictadura comunista y para “hacer
las reformas necesarias que conviertan al Perú en un país justo, libre y
moderno”. Quien era para él un monstruo corrompido y de entraña dictatorial se
había transformado en una encantadora y virtuosa reina.
En esta campaña,
las piezas requeridas para la manipulación de los electores se mueven
armónicamente, como los músicos de una orquesta conducidos por el director o,
con menos precisión, como los jugadores de un equipo de futbol aleccionados por
su director técnico. Nada queda al azar, salvo lo que no puedan dominar. Esas
piezas son los periódicos, ciertas revistas, incluidas las que pretenden
ostentar independencia de criterio, las estaciones de radio, los carteles, los
volantes, los twits, whatsaps y los chismes o runrunes, todos en el presupuesto
del poder empresarial.
El runrún limeño
Desde la época de
la colonia, las clases alta y media de Lima se han movido por los chismes.
Cuando se quería infiltrar en la conciencia de la ciudad una noticia, una
creencia, una indiscreción o un propósito se largaba desde un centro un runrún
que iba pasando de la boca de alguien al oído de otro, y todos colaboraban para
difundirlo: los burócratas, los porteros, los sirvientes, las damas de la
sociedad y los hombres de la llamada gente bien. Y pronto, todo el mundo, dando
por ciertos esos chismes y sin que les importase su veracidad o lógica, ardía
de indignación, se complacía, sonreía o reía a expensas de las víctimas de la
comidilla. Los indios, negros, mestizos y pardos, excluidos absolutamente de la
educación y la vida política y cultural, recibían también esos chismes y, a su
modo, reflejaban la opinión llegada desde arriba.
Luego la
república, en sus doscientos años, ha continuado regida por esa manera de
modelación de la pública opinión. Pero ahora, impactando, primero, a las clases
media y profesional, de manera que lo que se considera la opinión pública es,
ante todo, la opinión de estas y, en particular, las de Lima. Abraham
Valdelomar lo decía con una imagen literaria: “El Perú es Lima, Lima es el
jirón de la Unión, el jirón de la Unión es el Palais Concert y el Palais
Concert soy yo”. El Palais Concert era un café-restaurante donde Valdelomar
estableció su cuartel general, se reunía con sus amigos y les sacaba el cuero a
quienes caían bajo su lupa por algún “secreto” o suceso que valía la pena
difundir, y, probablemente, largaba sus runrunes, en ciertos casos tal vez con
una sonrisa sarcástica. Uno de los mayores enemigos del gobierno de Velasco fue
esa ola de runrunes que el poder empresarial blanco echaba a correr y le
desestabilizaba la adhesión, por convicción o disciplina, de la oficialidad de
las fuerzas armadas, constituida por un segmento de la clase profesional a
cargo de la defensa nacional.
La estrategia del poder empresarial
Neutralizar la
estrategia de alienación electoral es difícil, mas no imposible, pero, primero,
hay que conocerla.
¿Hacia dónde
apuntan los estrategas de la manipulación en el período previo a la segunda
vuelta?
No hacia los
electores de la derecha, es decir, a las clases propietarias de los medios de
producción y de renta que, en la primera vuelta, se dispersaron entre el montón
de candidatos aventureros y de los residuales partidos políticos a los cuales
financiaron. No, porque esos electores son suyos y no necesitan ser
convencidos: todos ellos votarán por la mujer de la dinastía fujimorista.
Sus baterías
disparan hacia el campo de los electores populares que votaron por las dos
opciones de izquierda y por ciertos candidatos populistas y aventureros,
electores que son la inmensa mayoría de la población votante de los cuales
dependen los resultados del sufragio. Las clases propietarias y, en particular,
sus núcleos duros, son tan minoritarios que no llegarían ni al 1% de la masa
electoral. Sin los votos populares los candidatos de la derecha y, en este
caso, la dama de la dinastía fujimorista, son nada.
¿Cuál es la
táctica de los directores de la campaña del poder empresarial para colocar en
mejor posición a su candidata?
Primero, sembrar la duda en las clases media y
trabajadoras sobre lo que maestro de escuela pueda hacer: que hará un pésimo
gobierno, que alejará las inversiones, que no habrá “chamba”, que no tiene
equipo técnico, que acabará con las libertades, que impondrá una dictadura
comunista, etc., etc.
Esta campaña ya
está dándoles resultados. El teléfono fijo y el celular me permiten
constatarlo: me han dicho lo mismo una señora que en su juventud militó en
algún grupo contestatario, una arquitecta que siempre apoyó las candidaturas de
izquierda, un venerable patriarca de la cultura indígena, un dirigente
sindical, un médico que se batía por los derechos de los galenos trabajadores,
un pensionista asiduo concurrente a los eventos culturales hasta antes de la
pandemia: dudan del maestro de escuela; es de izquierda sí, pero de qué clase
de izquierda, y a lo mejor es verdad que es “terruco” o que está vinculado con
el narcotráfico. Ninguna de estas personas se ha preguntado si lo que les han
soplado o han visto en algún periódico o en la TV es cierto. El runrún no
necesita probar sus bolas. Se presumen ciertas, incluso ante la exhibición de
la prueba en contrario.
Segundo: la
estrategia de los técnicos en manipulación del poder empresarial magnifica hasta
el absurdo lo que el maestro de origen campesino podría hacer si llegara a la
presidencia de la República y exageran hasta la deformación lo que dijo en la
campaña precedente a la primera vuelta. No les importa si lo que él y otros
candidatos dijeron podrían hacerlo o no, si la Constitución, de la que no es
posible prescindir para hacer cualquier cosa, lo permite o no. Esto no interesa
a los fines de la manipulación electoral. Lo que les importa es que la gente lo
crea, y vote, finalmente, por la mujer de la dinastía fujimorista o en blanco o
anule su voto. El objetivo es quitarle votos al maestro de escuela.
Lo que un presidente de la República puede hacer
realmente
Para columbrar lo que el
candidato ganador podría hacer desde el gobierno se requiere contrastar la
realidad económica, política, legal y cultural de nuestro país con sus
proyectos y antecedentes. Lo demás es cuento.
Los poderes del
presidente de la República son muy limitados; se concretan a la gestión de los
servicios públicos desde los ministerios, los cuales están regidos por leyes. Corresponde
al congreso de la República debatir y aprobar las leyes que puedan cambiar el
país y, entre ellas, las de reforma constitucional. Recuérdese que para aprobar
una ley orgánica se precisa 66 votos de los 130 y que para modificar la
constitución en dos legislaturas son necesarios 87 votos cada vez, y que Perú
Libre, el movimiento del maestro, sólo tiene 37 representantes, lo que demandará
consensos y elasticidad en bien del país.
Lo que es seguro es que
si en la segunda vuelta gana la mujer de la dinastía fujimorista no habrá
ninguna posibilidad de cambio a favor de las clases trabajadoras y los sectores
de la población pobres y empobrecidos, y que tendremos un nuevo capítulo del
autoritarismo y la corrupción de la década del noventa. ¿Acaso no está
procesada penalmente por lavado de activos y otros delitos?
En cambio, si gana el
maestro de escuela, habrá la certeza de la propuesta de los cambios que nuestro
país necesita. Lo que ha de interesar a los electores populares es ese poder de
propuesta, es decir la decisión de avanzar hacia el progreso social, sobre lo
cual no debe caber ni un jerónimo de duda.
Si quienes se identifican
con el maestro de escuela y sus propuestas cumplen sus tareas cívicas de apoyo con
fe y sin bajar la guardia triunfarán en la titánica faena de colocar a un
hombre del pueblo en la presidencia de la República.
(19/4/2021)