domingo, 28 de junio de 2020

SEIS PENSAMIENTOS DE GABRIEL GARCÍA MARQUEZ










SEIS PENSAMIENTOS DE GABRIEL GARCÍA MARQUEZ


1.- No, rico no. Soy un hombre pobre con dinero, que no es lo mismo.

2.- Ofrecer amistad al que busca amor es dar pan al que se muere de sed.

3.- Un verdadero amigo es quien te toma de la mano y te toca el corazón.

4.- Un hombre solo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo cuando ha de ayudarle a levantarse.

5.- A los demonios no hay que creerles ni cuando dicen la verdad.

6.- La muerte no llega con la vejez sino con el olvido.

TERTULIA MIRAFLORINA. Por JUAN RODRIGUEZ JARA.




(Dando muestras de vida en el encierro histórico, para los amigos, José Beltrán Peña y Juan Pedro Carcelen. Atentamente: Juan Rodríguez Jara.)

 

         TERTULIA MIRAFLORINA

José nos llama a la tertulia en antología
Juan Pedro Carcelén bien nos acoge
para reunirnos en el Club Miraflores.
donde entregamos el alma en armonía
con el cajonear de los alegres corazones.

Nuestras olas marinas sorprendidas,
rasgan el blanco tul de sus mantos
con besos de sinfonía de sus espumas,
aplaudiendo la intervención de poetas
en lágrimas, por las causes en agonías.

La gran maratón del año, hoy iniciamos,
llevando en las mochilas, las letras
para armar versos y cuentos,
en cada suspirar de nuestra vidas
y traer a este rincón de confesiones.

Fabriquemos en páginas francos amores
trazando horizontes en letras eternas,
haciendo de Miraflores lindas alfombras;
tendidos a bosques de nuestras vidas
y cantemos al mundo nuestras riquezas.

Serenata en guitarra y canto de poemas
llevemos a que escuchen los cóndores.
Sembrando esperanzas en nuestros cerros,
regados en soledad, agonizan abandonados.
Llenemos de verdor nuestros horizontes.




Nos dejaron en letras muchos amigos,
buscaron en la eternidad otras pizarras;
no estarán como hoy, más con nosotros
tal vez me consuma los doce meses
y me marcharé pensando en ustedes.

sábado, 27 de junio de 2020

FRIO / Cuento. Por PATRICIA GUISSE CASTELLANO.








FRÍO / Cuento.




Era otro de esos días fríos que calaban los huesos.


- Temperatura 13°, la mínima.


- Humedad 95%, la máxima.


La radio pasaba el reporte del clima.


Era un pez y en Lima todos estaban igual, convertidos en pecesitos de un mar gris. Caminar con tacos en medio de los charcos, no era fácil, menos para perseguir la combi. Tenía treinta minutos para llegar al trabajo, estaba tranquila, consiguió un asiento. La gente particularmente no le molestaba, salvo cuando la combi olía a mierda y terminaba peleando con los pasajeros para que abrieran las ventanas, pero... -¡Baja en la esquina! - casi se pasa el paradero, ahora cual guerrera del Cenepa atravesaria la pista, era un cruce de tres vías. Debía enfrentar los charcos de la pista, los autos que venían a velocidad y a los faltosos que dirían algún otro piropo vulgar, al verla con su minifalda. La luz cambia a rojo, los carriles de norte y sur se detienen, entonces entra en acción el carril con dirección este - oeste. Estaba en la tercera fila, dentro del tumulto organizado de la esquina, para cruzar la avenida. No la tendría fácil, los primeros cruzarían tranquilos, ¿pero ella, Sheylita cómo haría? - Meta : Cruzar, llegar al trabajo. Faltaban ocho minutos. La luz cambia, la gente se tira como ganado a cruzar y evadir los carros. - Los tacos no ayudan, los tacos no ayudan - Señorita apurese, escucha a su espalda, luego el chirrido de una llanta, un golpe seco. Giró rápidamente, lo suficiente para ver volar y caer en la pista al hombre, donde fue arrastrado por otro auto. El policía detiene el tránsito, Sheylita y otros se acercan, sacan su celular, toman fotos. - ¡Me salvé! ¡Me salvé! - pensaba - lo voy a colgar en mi face, miró su reloj, era tarde. Volvió a correr por la pista.

NUDA. Por PATRICIA GUISSE CASTELLANOS






       NUDA

Desnuda en la cama
la voz ida,
veo
a mis hijos
a mis senos, que sintieron
sus tiernos labios de niños,
hoy arrugados, descansar inmóviles.
Desnuda los cree
desnuda los vi venir
a este mundo.
Siento mi corazón
correr fébril,
mi alma quiere decir adiós,
sus ojos, los recuerdos,
me mantienen dentro.
Desnuda siento una mano
entre mi mano,
la aprietan
y una corriente
un flujo infinito
de amor
recorre mi cuerpo.
Desnuda me acaricia
la brisa
de la vida.

TOMAS G. ESCAJADILLO: HOMBRE DE LETRAS Por WINSTON ORRILLO.





                                                             Tomás G. Escajadillo.





TOMAS G. ESCAJADILLO: HOMBRE DE LETRAS

Por WINSTON ORRILLO.


No es un crítico aséptico: asume con lealtad y plena responsabilidad la orientación de lector”. Antonio Melis


Es una amistad, mejor diría una relación entrañable de más de medio siglo: cuando, en los sesentas, fui a dictar cátedra en Chiclayo, él se quedó en el curso que ambos desarrollábamos para el maestro Augusto Tamayo Vargas.
Era la época del llamado “boom” de la narrativa latinoamericana, en la que era muy fácil tomar a los nuevos autores: Carlos Fuentes, Juan Carlos Onetti, Gabriel García Márquez, Vargas Llosa, entre otros, mientras se ignoraba o hacía de lado a, “verbi gratia”, la pugnaz narrativa indigenista.

Pues Tomás G. Escajadillo se dedicó a revalorarla, con el estudio de lo que llamara un “neoindigenismo”, y el rescate de autores como Enrique López Albújar.
Además, los 60s, eran los años de Cuba revolucionaria, martiana y fidelista, a la que nos adherimos indisolublemente (ambos fuimos jurados en su prestigioso Concurso Internacional de Casa de las Américas, y, permanentemente, la defendimos –y la defendemos- a capa y espada, frente a los “arrepentidos” que, luego de  solazarse en la Patria de Martí y de Fidel, al mismo tiempo que leían los manuscritos del concurso en mención, al poco tiempo hacían como que miraban para otra parte. Y decían: “no es conmigo”). 

El ejemplo paradigmático de lo anterior fue –es- el de Vargas Llosa que, otrora miembro del Comité Directivo de la Casa de las Américas, devino y sigue cada vez peor, en defensor del neoliberalismo y todas sus pústulas: gobierno latinoamericano progresista de aquí y acullá, tiene su inmediato enemigo jurado en el autor de La ciudad y los perros.

Y bien, Tomás Gustavo hizo carrera –permanente, única- en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, adonde llegó a su máxima cumbre, la de Decano; mientras todo su otro tiempo lo dedicara a la lectura –minuciosa, impresionantemente  lúcida- de autores y corrientes literarias, especialmente de lo que llamamos “Nuestra América”.

Lo que todos los que lo han analizado relevan, es que nunca ha ocultado que su crítica es “de parte”: esto lo subraya, por ejemplo, Ricardo González Vigil.  El poeta, exégeta y periodista connotado, José Luis Ayala, señala que TGE “nos ha enseñado a leer, releer y amar al Perú  esencial, sin prescindir de su legado histórico …”

Todo lo que, actualmente,  se puede valorar sobre nuestro autor, se halla en “Tomás Escajadillo.  Aportes a la crítica y a los estudios literarios”, donde nada menos que sesenta y seis escritores y críticos del mundo entero, (un volumen de mucho más de seiscientas página) hacen una exégesis minuciosa de la obra del gran crítico literario peruano, y su fecunda labor como hombre de letras.

Lo que brilla con luz propia es que TE nunca oculta que, sin sectarismo alguno, su crítica es desde una trinchera –la nuestra- pero lo que de ninguna manera lo hace caer en el sectarismo y, más bien, le permite rescatar a autores relevantes, pero sospechosamente ocultados, como José Diez Canseco y el mismo  Enrique López Albújar, ninguneados por los catecúmenos del “boom” y   otros.,igualmente. E ignorar a notables escritores como Miguel Gutiérrez, al que no le perdonan sus atrabiliarios, y algunas veces muy sectarios, puntos de vista.

El nombre de este artículo: “hombre de letras” lo cojo de una justa valoración del mexicanísimo don Alfonso Reyes,  a quien así lo  llamaran.

viernes, 26 de junio de 2020











DANZARIO I

Por: BORIS ESPEZÚA SALMÓN.



Soy el trompetista riente y bailante que dirige la banda de músicos. Estoy en el redondel del fervor, sacando el oro de melodías preparatorias a la fiesta. Mi pecho palpita más rápido que mi espíritu. Allí me habita un trapecio de energía que espera danzar entre el rubor y la neblina vaporizada que se forma de los suspiros de la gente. Toco con el fuego oxigenado que le cambia el cutis moreno a la ciudad y hace sonrojar las mejillas de la luna, hasta que su luz me acompañe en los ojales de mi devoción.

La danza rueda de la mano conmigo, hacia los pies, los labios y los ojos que remecen los rebosados sueños. Silenciosos y bulliciosos se presentan con una pizca de vanidad y pasión entre los párpados. Las voces que la acompañan han surgido cautivas y son trinos en el aire que con el mordisco de la música en el corazón cruzan los instantes eternos.

La danza chapotea en el lago, chapotea en su brisa. Tiene una floración arrítmica que no se detiene en los zapatos, ni en los guantes, ni tampoco en el más hermoso anhelo que tiene la ciudad que con pañuelos blancos junta las expectativas y los adornos de la fiesta, embriaga las noches y clava en las esquinas su ligero corazón en estas calles donde cuelga la mano de Dios y se descuelgan los despojos guardados. La danza sólo se detiene después de haber echado su dolor con rezos y la melancolía sin su cáscara entreabierta. La danza puebla de flores las sombras, reúne a los mil diablos para ser un ángel y después de los temblores del cuerpo, guarda fumado el espíritu en su lecho.

 Danzar es endemoniarse con los tendones sensoriales que dependen del aire, con los cristales que la luz echa a su suerte para estrellarse entre ellos, sin rastro de sangre quieta, sino vibrante, sino salpicante. Danzar es flotar y elevarse para no morirse escuchando tu nacimiento, es descifrar lo indescifrado, es relucir los fulgores de una lengua que habla por otras lenguas. Es dar un salto y muchos saltos que dicen por otros saltos indetenidos. 

Es tiempo de atar. La danza ata los tiempos, ata las lágrimas triangulares que con sus dones sagrados hace piruetas al cosmos. Con la danza se adoban las penas, la tierra alumbra sus trazos y sus señales en ritos lácteos en el bendito vientre donde la ceja del hijo que viene con un clarinazo de rayo, alboreará otra espina dorsal iluminada que soltará sus cadenas al cielo a través del crujir de los glóbulos. Las peripecias de una estrella en los pies toca el sueño, haciendo del suelo un delirio colosal, punteamos sus pasos en la línea y en el círculo para que el cuerpo hable.

En esta madrugada, hay una bocina que se ondula en mis dedos al sonar la trompeta, el hipo del ponchero que toda la noche combatió el frío ahora tiene el latido y el vahído renovado de la música , tiene la cruz en la palma de su mano izquierda y en la derecha el milagro que abanica de coloridas melodías las malas suertes, para danzar golpea los codos del destino, para redimirse desde la solapa hasta el botapie en movimiento.

Con la danza despliego mis alas sobre el filo del mundo, pongo los zafiros escamados en el lomo de un pez, pongo una sombra en los ojos agraviados que saltan sin pañuelos. Se danza para que no crezca la mala hierba en los sembríos lluviosos, para que no se acumule la nostalgia en nuestra puerta, para que el diente de la serpiente no nos cause mayores miedos y cientos de desdichas caigan del azar a una lengua que no dice nada, sino por el eco de las mariposas que vuelan de tu hombro y lloran lágrimas de fuego cuando el cuerpo con sus saltos conjure con la altura. La danza requiere que esos cuerpos íntegros con atavíos para traspasar el espesor de la carne y con la energía vibrante puedan confundirse sin estigmas con el mundo.

Entonces arrojas de tus brazos el aire impuro que nos hinchaba los pulmones porque tenía un vacío para nuestras plegarias; arrojas de tu lengua, las palabras que con su asombrada agua vierte nuestros cantos ocultos que aterrados desatan los nudos más duros de tu corazón para que se vuelvan fantasmales en el aire circular.

Aún la chispa verdadera no se ha prendido. Será cuando dances y tu cuerpo sea una rueda dando vueltas en el juego de las facciones, en el azar circular del aire mareado. Salta al centro de la danza, fulgurante, salta al costado del fervor, deslumbrante. Allí, hay un frescor de aliento, un azular de brisa en flor que se anticipa al paso de los danzantes con una cruz sobre las alas como una corona de lluvia sobre nuestras máscaras. Al danzar la tierra exhala sus humus de barro negro con las altas tormentas bajo la sal del crepúsculo, contra la ceguera de los hombres y su honda edad de sacrificios.

Más allá de las vocales y sus modulaciones el aliento festivo se propaga en una gran ave de gracia sobre nuestros pasos. La oreja con sus corales, las manos atravesadas de cielo y los ojos sin su subida de desfallecimientos en las ojeras. Entonces, la gente tiene una voz más grave y nombra cada futuro en sus palabras rupestres.

Ninguna maleficencia del bestiario en escena entorpecerá la coreografía del agua evaporada, del asfixiamiento de la herrumbre, del ahogamiento y salvamiento de las sombras, de aquellas que el danzante no quiere verlas, sino sentirlas y bañarlas con luz vespertina. En la fiesta la noche se enciende y en el día se apagan los años danzando y el tiempo no tiene piedad, oye los viejos truenos en sus ramajes, que le rompen la quijada al presente, para verse en pie en el espejo del futuro. La danza nos renueva y nos prolonga la vida, a través de otros danzantes más bullangueros, más acróbatas, pero también más volátiles, como todas esas sombras resurrectas.

Cuando se abre la llave de la fiesta corren los chorros de ritmos que nos mojan a todos y a todos también nos enjuagan el corazón y nos secan el rostro empapado de adrenalina. Por eso, todas las maleficencias tienen el performance de la voluntad puesta en el cuerpo. Las medidas de la eternidad, los ires y venires en el paso del danzante son únicos y se parecen al andar del ángel más que al de satanás. La fiesta bordea la prisa del sueño, su primer chillido y el diapasón con su eco abre la carne y su sal de fuego. Todos esos danzantes soy yo en un solo grito en el salto.

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Boris Espezúa Salmón. Nació en Juli-Puno. Fue Ganador del premio COPE de Oro 2009, autor de poemarios como “A través del ojo de un hueso”, “Tránsito de Amautas”, “Tiempo del Cernícalo”, “Alba del pez”, “Gamaliel y el oráculo del agua” y “Máscaras en el Aire”. Es promotor cultural.  Docente ordinario de la Universidad Nacional de Altiplano de Puno. Participó en diversos Festivales de Poesía en países como Cuba, Colombia, Chile y México. Se encuentra antologado en la Antología de la poesía peruana / Generación del 80 de José Beltrán Peña. Actual docente ordinario en la UNA-Puno. Ha participado en el festival  “La Huaca es poesía” en el año 2019.